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SEVILLA 2018

XII Encuentro de la Familia Vicenciana en Isla Mágica

Como es tradición en una gran generalidad de familias en las fechas más señaladas, la  Familia Vicenciana volvió a hacer gala de unión y de fraternidad el día 27 de septiembre.

Lo vivido el día del Fundador en la calle Pagés del Corro, fue una auténtica comunión con Dios y con los hermanos en la celebración del Carisma otorgado a San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. Fue la antesala a un día lleno de amor y compromiso donde de “Padres a hijos” ,pasando por toda la Familia Vicenciana, se removió la llama del Espíritu en la ya tan familiar Isla Mágica.

El punto de encuentro para este acontecimiento, como tantos años, fue el Circo del Cóndor. En el centro de éste un altar preciosamente decorado en el que brillaba la pancarta que nos recordaba lo que todos éramos: La Familia Vicenciana. Todos los asistentes a este Encuentro de Familia caminamos hacia la columna vertebral de la festividad: la Eucaristía.

Como siempre, la colaboración de todas las Voluntarias de Orden ayudaron a que nadie tuviese ningún problema a la hora de encontrar sitio o para adaptar el espacio a necesidades específicas de los asistentes. Por otro lado, el coro dotó de belleza y calidad a la celebración.

Y empezó la Fiesta.

La inició Sor Pilar Rendón con estas palabras:

¡Qué nuevo triunfo cantan hoy los cielos, qué nuevo aplauso los santos tributan …El Padre de los Pobres brille en la gloria!

Con estas palabras del Himno que nos ofrece la liturgia de vísperas expresamos nuestro gran entusiasmo: el júbilo y el gozo en la fiesta de San Vicente, nuestro fundador.

Reunidos en este lugar, ya emblemático, nos sentimos convocados un año más toda la Familia Vicenciana.  En comunión fraterna, asumimos  estos sentimientos para exclamar una profunda acción de gracias al Señor por la persona, la vida y la Obra del gran santo de la Misión y la Caridad.

San Vicente vivió la alegría del Evangelio, sintiéndose amado por el Señor y,  proféticamente impulsado a transmitir ese amor a los Pobres, pronunció efectivamente “no me basta con amar a Dios si mi prójimo no le ama” de ahí que, contagiando su gran celo e implicando a otras personas que compartían sus inquietudes inició lo que hoy queremos vivir y podemos llamar, sintonizando con toda la Iglesia, MISIÓN COMPARTIDA. Nos dejó encendida la gran llama del Carisma que quiere ser una fuerza evangelizadora para continuar la Misión de Jesucristo, apremiados a servir a los pobres y a contribuir a que toda persona realice su vocación de hijos de Dios sin distinción de raza, cultura, condición social o religión.

El Papa Francisco, en sintonía con San Vicente nos dice: “La inmensa mayoría de las personas a quienes servimos tienen una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra”

Sintiéndonos al servicio  de la comunión y de la cultura del Encuentro vamos a participar en esta gozosa Eucaristía” 

La Palabra llegó como legado de profesores a alumnos en una representación llena de simbolismo preparada por los Colegios vicencianos.

Cuando expresé que se “removió la llama del Espíritu” lo dije de manera literal. El Padre Paúl que presidía la ceremonia, Manuel Botet, en la homilía no solo removió el Espíritu, sino que removió a toda la asamblea, al pedir que hicieran un pulso y que formáramos una ola todos juntos. Estas analogías fueron utilizadas por él para explicar la necesidad de crear lazos y de hacer un trabajo conjunto por la construcción del Reino en el Amor.

Las ofrendas formaron un gran jardín, con todos los utensilios que se ofrecieron para realizar la siembra de las semillas: el mismo cuidado que hay que poner para que la Palabra de Dios produzca buenos frutos.

La paz se cerró con un minuto de silencio, pañoletas en mano, por toda la Familia Vicentina (como dirían nuestros hermanos de Latinoamérica).

Y esperanza nos trajo el Colegio Ntra. Señora del Rosario: sus niños bailaron la canción “Color esperanza” para todos los asistentes, lo que arrancó el aplauso y las lágrimas de todos.

Así, como reza el lema: “Sembradores de Esperanza”, la Familia celebró con alegría su fiesta mayor.

Una vez abiertas las puertas del gran circo, como niños y niñas salimos todos los asistentes para  con sus amigos y personas cercanas seguir disfrutando con todo lo que ofrece Isla Mágica.

El ambiente fue inmejorable. Las Obras Sociales compartieron día con los Colegios. Los miembros de la AIC, con los jóvenes de JMV. Los maestros, con los miembros de la Medalla Milagrosa. Las Conferencias de San Vicente, con MISEVI. Como una familia. Comprometidos todos a hacer realidad el sueño de Dios, de San Vicente y Santa Luisa.

Una nueva comida familiar nos va uniendo en diferentes grupos y espacios.  Comida alegre y fraterna, porque los días festivos son, especialmente, para compartirlos en Familia, y nosotros somos la gran Familia Vicenciana.

Adrián Alpañez Ortiz. Joven de JMV.

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