Nunca nos imaginamos aquellos que tuvimos la suerte de ser alumnos del internado del Colegio de la Marina, a finales de los 70 y principios de los 80 del siglo pasado, cuando nuestro Colegio de las Hijas de la Caridad había una Comunidad de tres Hermanas, las misma que fueron las encargadas de fundar y poner en marcha un nuevo proyecto de la Madre Concha, un internado para niños y niñas del mundo rural en Torre de Benagalbón. Junto a la Madre Concha, dos Hijas de la Caridad, Sor Inés y Sor María Aranda. El tiempo va pasando, y con él los años. Ya partieron para la casa del Padre dos de ellas, pero Dios nos ha permitido poder celebrar juntos los 100 años de vida de Sor María Aranda.

Cerca de 60 años, Sor María ha formado parte de nuestra Comunidad, de nuestro Colegio, siempre con su espíritu de servicio, trabajando en la cocina y llevado el comedor hasta que sus fuerzas se lo permitieron. Somos muchos antiguos alumnos. profesores y Hermanas los que hemos sido testigos de que su día a día era un sin parar. Y cómo le decía a la Madre Concha, “que a mis internos no les falte de nada”. También era la encargada de los que caíamos enfermos: nos visitaba en la enfermería y siempre con mucho ánimo y cariño. Su gran espíritu de servicio le hacía entregarse y organizar una cocina y un comedor de 800 internos de todas las edades, desde los más pequeños con 5 años hasta los más mayores con 18 años.

Este año, el día 12 septiembre, festividad del Dulce Nombre de María y fecha de su cumpleaños- ella ya nació con el nombre puesto- toda la Comunidad de Hermanas y su gran familia, venida desde su pueblo natal, Alhaurín de la Torre, Sor María recibía el reconocimiento y el homenaje en su 100 cumpleaños. La emoción lo invadía todo. La mañana comenzaba con una Eucaristía de acción de gracias en la Capilla de la Comunidad, oficiada por el Rvdo. Padre José Luis C.M.  Rodeada de su Comunidad, de dos de sus Hermanas y una cuñada, y por este que os escribe, antiguo alumno, que tuvo la suerte de conocerla hace ya 41 años. Las palabras del sacerdote reconociendo la inmensa alegría en el día de su cumpleaños: 100 años, y de ellos  casi 70 años de vocación. Hermosas palabras las que  sus propias Hermanas de Comunidad le dedicaron, cómo se sentían agradecidas por compartir con ella la vida de Comunidad, desde su sencillez y humildad. Sor María, con su dulce voz solo podía decir emocionada “Gracias”.

Y como en todo cumpleaños tuvo su tarta, y ella sopló esa velas de los 100 años de vida; aunque la velas se apagaron, en todos los allí presentes se nos encendía  nuestro corazones con la llama del amor, la alegría y de gratitud. Dios ha sido grande con nosotros, de eso no hay duda, pues su vida pasada y la de ahora, más pausada y dedicada a la oración, son un ejemplo de una vida entregada al servicio de los más pobres y necesitados como Hija de la Caridad de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac.

Sin duda, en Sor María se ha cumplido lo que Jesucristo nos anunció en el Evangelio: “Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. (Mt 19:29).

Un querido alumno