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A TODAS LAS HERMANAS, PERSONAL, VOLUNTARIOS Y COLABORADORES DE LAS OBRAS DE LA PROVINCIA

Carta de despedida de curso y agradecimiento

“Alumbre así vuestra luz a los hombres,

para que vean vuestras buenas obras

y den gloria a vuestro Padre, que está en el cielo”

(Mt 5, 16)

Cada año, cuando llegan los últimos días de junio, nos disponemos a celebrar un final y a acoger un principio. El final es el del  curso vigente y el inicio es del verano con las actividades propias del tiempo.  Paso a paso, en este año 2020, hemos llegado a este momento pero en unas circunstancias, totalmente, excepcionales a causa de la pandemia COVID-19.

Si miramos para atrás vemos que elementos esenciales de nuestra vida como la salud, las relaciones, el trabajo, los gestos, hábitos… se han visto alterados  por algo, aparentemente, insignificante que ha provocado, en toda la humanidad,  una experiencia común de vulnerabilidad.

Nuestra Provincia ha tenido que afrontar las consecuencias de la pandemia en múltiples campos de servicios: Casas de acogida, residencias de mayores, centros educativos, escuelas infantiles, escuela-hogar, centros de menores, comedores sociales, residencias de Hermanas mayores, casas de espiritualidad, colegio de educación especial,  obras sociales y proyectos con migrantes. Todas estos servicios en territorio español. También hemos permanecido sirviendo y junto al pueblo en Marruecos, Túnez, Argelia y Mauritania. Visto desde hoy consideramos que ha sido un milagro.

Por todo ello, esta carta de fin de curso no tiene otro cometido que la de elevar una profunda acción de gracias a Dios por habernos acompañado y protegido a lo largo del camino. Como al propio Jesús no nos ha podido evitar el sufrir las adversidades pero, en todo momento, nos ha sostenido. También damos gracias por cada Comunidad y Hermana, por haber permanecido sirviendo a los pobres derrochando amor y ofreciendo el propio testimonio en las ocupaciones de cada día, allí donde cada una se encontraba.

Desde el Consejo queremos extender esta acción de gracias al personal, voluntarios y colaboradores de nuestras obras porque, sin ellos, no hubiera sido posible la misión. Ésta hace mucho tiempo que la comparten con nosotras pero queremos resaltar la profesionalidad, entrega, corresponsabilidad, sufrimientos y esperanzas compartidos en estos momentos. Gracias a esta acción coral podemos decir que lo hemos superado. Me gustaría que esta carta y agradecimiento llegara a todas esas personas que, junto a la Comunidad, han estado sirviendo a los pobres.

San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac estaban convencidos de que, en cualquier circunstancias, nunca debemos abandonar a los pobres porque son nuestra “porción” además de ser los que más sufren en las crisis. Podemos decir, con toda humildad, que hemos podido responder según el deseo de los Fundadores. Ni mucho menos está todo hecho pero el espíritu con el que se ha vivido y la respuesta ya nos hablan de unidad y fortaleza para seguir afrontando otros desafíos.

Para la mayoría de nosotros ha sido la catástrofe mayor que hemos vivido y para todos la de mayor dimensión. En nuestras filas quedan bastantes héroes anónimos, en nuestro recuerdo muchos gestos que no se olvidarán y en nuestro corazón el convencimiento de que “no queríamos salvarnos solos”.

Parecen poco las palabras y el agradecimiento pero también sabemos que no hay nada, materialmente hablando, que pueda pagar “la misión compartida”.

Todos nos preparamos para iniciar un verano, también, excepcional. Pido al Señor que nos siga acompañando y cuidando. Él, que ha sido nuestra fortaleza, sea ahora nuestro descanso y protector. Seguiremos avanzando y siendo instrumentos de amor y esperanza para cuantos nos necesiten. Como miembros de una sola familia continuaremos cuidando unidos a los miembros más débiles de nuestra heredad.

Que San Juan Bautista, en el día que conmemoramos su nacimiento, nos inspire para llevar a cuantos nos rodean a Jesús. Recibid un fraternal abrazo.

¡FELIZ VERANO!

Sor Mª Carmen Polo

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