En la diócesis de Coria-Cáceres

Encuentro Diocesano AIC

Celebrar un encuentro en Cáceres es, para los que acudimos de otras provincias, una suerte, pues se nos ofrece la oportunidad de visitar una preciosa ciudad por su arte, su historia, su paisaje y, lo más importante, su gente.

A las 11:00 horas ya comenzaron a llegar las voluntarias a la Obra Social la Milagrosa, donde las Hijas de la Caridad ya tenían todo preparado para el encuentro. Después de los saludos afectuosos, un canto-oración entonado por la Hermana Sirviente de la Casa marcó el inicio de la sesión.

Rocío Fernández, Delegada Regional, después de presentarse al grupo (es la primera vez que preside el Encuentro en Cáceres) informa sobre los asuntos tratados en Ávila y también sobre el extraordinario acontecimiento que próximamente tendrá lugar en Chatillón.

El P. Paco, Asesor espiritual, resume las consignas del Superior General acerca del compromiso de los vicencianos en cuanto la atención con los pobres. Nos da pautas certeras para nuestro caminar. Nos cuestiona: “¿Qué puedo hacer yo para estar cercana a las personas que nos piden ayuda?” La educación y promoción de esa persona. Buscar en todo, no lo que nos diferencia, sino lo que nos une, la “proximidad”, el AMOR, el evangelizar al pobre.

Sor Rosa María, Hermana Asesora, comenta la dura situación que están viviendo los forasteros, la indiferencia y, en ocasiones, inhumana actuación de los gobiernos a la urgente necesidad de acogida de estas personas, y el compromiso de hospitalidad fraterna que el Papa Francisco nos pide a todos.

A partir de aquí se abre un espacio para el diálogo, con ricas intervenciones que ponen de manifiesto el interés del grupo por favorecer la ayuda a cuantas personas desfavorecidas acuden a nosotros, así como salir a su encuentro, estudiar sus circunstancias, causas y consecuencias.

Se reflexionó sobre la necesidad de conocer, amar y mantenernos fieles al espíritu de la Asociación. La familia Vicenciana es amplia, pero es necesario que formemos un solo cuerpo, y no solo por razón de eficacia, sino porque es muy importante la COMUNIÓN entre todos sus miembros.

Pasamos después a la información de los diferentes grupos de nuestra diócesis: Rocío, como Delegada Regional y que este era su primer Encuentro Diocesano en Cáceres, quiso conocernos “más de cerca” y escucharnos.

Los cuatro grupos: San Juan, San José, Espíritu Santo y San Blas, informamos de nuestra acción. Cómo son nuestras reuniones, periodicidad de las reuniones, tiempos y temas de formación, contenido, ¿Qué formación llevamos a cabo?, ¿la de la Nacional?, ¿otra?

Se puso a la escucha, y es de agradecer. Valoró muy positivamente que voluntarias de diversos grupos trabajemos juntas en algunas obras: Economato, comedor, Visita a familias etc

El interesante coloquio quedó completado con la intervención de D. Felipe Fernández Peña, Asesor Diocesano, que con todo acierto hizo una serie de puntualizaciones alertándonos de la necesidad de informarnos bien en cuanto a los casos de ayuda que se nos piden, a fin de no caer en engaños.

Terminamos el Encuentro con la celebración de la Eucaristía. Dori Plasencia, Presidenta diocesana nos sintetizó la jornada con esta monición: “Estamos celebrando el 400 aniversario del carisma vicenciano, que sigue palpitando como un corazón joven y vigoroso haciendo vigente en nuestros días las enseñanzas de nuestro fundador. Numerosas fueron las exhortaciones dirigidas a las primeras Damas de la caridad, entre las que destacamos hoy: “Hay que dejarse llevar por la amorosa providencia del Dios”.

Nuestro punto de partida y la meta de nuestra fe es la certeza de que Jesús va delante de nosotras y nos va marcando el camino. Como Él, tenemos que estar junto a nuestros hermanos sufrientes. Ser la voz de los que piden justicia, ser consuelo en la soledad y en la enfermedad, escucha y ayuda para los incomprendidos, esperanza para los que no ven sentido a sus vidas.

Puerta y corazón abiertos para los forasteros, los sin techo, sin recursos para cubrir sus necesidades básicas, y los que caminan sin rumbo por la vida. Este es el legado y compromiso que nos ha dejado el “Gigante de la caridad”. Comuniquemos la paz, amemos con un amor afectivo y efectivo, digamos de corazón: “Ven aquí, hermano, sé bienvenido; ven aquí, este es tu hogar…”

Como broche final, la participación en la comida y la convivencia entre todas las Voluntarias

Dori Plasencia y Carmen Lacoba

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