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“LOS POBRES SON MI PESO Y MI DOLOR”

Sor Margarita (Catalina) Rodríguez Faz

Sor Margarita (Catalina) Rodríguez Faz  falleció en Granada, el día 13 de Mayo de 2019.

“LOS  POBRES  SON  MI  PESO  Y  MI  DOLOR”

Frase que Sor Margarita había hecho suya y la repetía con mucha frecuencia cuando veía alguna situación penosa en las personas que entraban en contacto con ella. 

        Nació,  Sor Margarita, en  GARRUCHA,  pueblecito pesquero en la costa de Almería.  Allí conoció a las Hijas de la Caridad que dirigían una escuela Infantil,  y realizaban, también, una preciosa labor social, ayudando a  personas que por su edad o situación difícil lo estaban pasando mal.

        En esta ambiente, junto con el de su familia, que era sencilla y muy cristiana, sintió, Sor Margarita, la llamada del Señor.

Entró en el Seminario de las Hijas de la Caridad, en Madrid, en el año 1948, donde, según contaba, fue muy feliz preparándose para servir a los pobres, cosa que tanto deseaba.

       Terminado este periodo de Formación, fue enviada a Málaga,  Hospital Civil, donde pasó la mayor parte de su vida, en una entrega total a los enfermos.  Además de la atención que debía prestarles, ya que era su deber,  los visitaba en distintas horas, de forma más relajada, sobre todo si estaban  más graves,  era  ”mi deber” se decía  a sí misma.

      En horas libres del servicio, con alguna Hermana de la Comunidad, visitaba algunas familias del barrio más necesitadas, llevándoles, además de la alegría y el ánimo, algunos alimentos y ropa,  con lo que también les hacía muy felices.

       Cuando la Administración Pública fue asumiendo distintos campos de servicio, entre ellos la Sanidad, y por la falta de Hermanas (que ya se iba notando)  para dar respuesta a todo lo que pedían, las Hijas de la Caridad salieron del Hospital;  las que sus fuerzas físicas se lo permitían, formaron pequeñas Comunidades y desde ahí  iban al Hospital a seguir prestando servicio.

         Sor Margarita no dudó en ir a uno de estos pisos, formando una Comunidad de 4 Hermanas, yendo todos los días a su trabajo, en el Hospital,  en el turno que le correspondía, pero para ella lo más importante era seguir atendiendo a sus enfermos.  De esta forma tenía más tiempo para visitar a las familias del barrio. Estuvo solo unos años, pues le llegó la edad de la jubilación, pero en tan corto tiempo su entrega fue total.

         Al cerrarse el piso, pues hacían falta Hermanas en otros lugares,  Sor Margarita va nuevamente a servir a los enfermos en la  Cruz Roja de Córdoba, como voluntaria, ya que está jubilada, haciendo lo que podía y le era permitido, pero como siempre, su disponibilidad era total con las aptitudes propias de ella: cariñosa, amable, disponible, paciente y pacificadora, ganándose el cariño y la simpatía de todos, enfermos, familiares que los visitaban, personal de servicio, etc…  En la comunidad, la misma tónica de siempre, disponible para ayudar a quien la necesitaba.

      El paso del tiempo se va notando en las personas, también en las Hermanas, esto unido a los cambios por parte de las Entidades públicas,  las Hnas tienen que salir a vivir fuera.   Los Superiores, teniendo en cuenta la edad de Sor Margarita la destinaron al Centro Asistencial de Melilla. Era una Comunidad más numerosa y los ancianos estaban bien atendidos por el personal. Sor margarita, como alguna otra Hermana, ayudaban en la medida de sus posibilidades, ya que su caridad hacia el pobre la llevaba en su corazón y no podía pasar sin hacer alguna cosita,  y en esta entrega seguía notando su deterioro físico y sus achaques cada vez en mayor número por lo que pidió ir a la comunidad de Hermanas Mayores,  Regina Mundi, en Granada.  En esta Casa pasó los últimos años de su vida que fue una continuidad de lo vivido anteriormente, a todos les atraía su acogida, disponibilidad para acompañar a las que menos podían moverse, agradecida; algo muy notable en ella, cuando se hacía una Liturgia, Oración o celebración especial por algún acontecimiento siempre daba las gracias por el bien que a ella le había hecho.

      Si así se mostraba en cosas materiales de este mundo que pasa, cuánto más agradecida estaría a Dios Padre por lo mucho que de El recibía y a María, su Madre.  En sus fiestas, en el mes de Mayo consagrado a Ella inculcaba su devoción, y entre las Hermanas a imitarla en su fidelidad al cumplimiento de la voluntad de Dios.

         Con este amor tan entrañable a nuestra Madre del cielo, esta no podía olvidarla y en un día tan querido para todo cristiano que se siente hijo de María, el 13 de Mayo, “La Virgen de Fátima” se la llevó nuestra Señora para presentarla ante el Padre.

         <Como había vivido, de una forma sencilla, callada sonriente>  se la llevó el Señor.  Las Hermanas de esta Comunidad la recordaremos siempre.

                      La Comunidad de la Residencia “Regina Mundi”

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