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Ejercicios Espirituales 2021 – Rabé de las Calzadas (Burgos)

La semana del 26 de marzo al 4 de abril, las Hermanas en Formación Inicial, las Hermanas del Seminario, la Postulante junto con las Consejeras de Formación, la Directora del Seminario y la Responsable del Postulantado de España Norte, participamos de los Ejercicios Espirituales en Rabé de las Calzadas (Burgos). El Padre Corpus nos acompañó en este camino hacia la Pascua.

Las circunstancias provocadas por la pandemia, marcaron la forma en la que vivimos los  Ejercicios Espirituales. Teniendo en cuenta las restricciones, valoramos el hecho de haber podido salir de nuestras Comunidades para juntarnos y compartir con otras Hermanas. Además, el lugar en el que se encuentra la Casa donde se nos ha acogido, nos ha ofrecido la oportunidad de poder vivir estos días en medio de un paraje que nos ha ayudado a hacer silencio y contemplar, a través de la naturaleza, el misterio del cual se nos hacía partícipes.

Mirad que estamos subiendo a Jerusalén (Lc 18,31)

El Padre, a lo largo de esta semana, nos ha invitado a vivir este tiempo de conversión renovando nuestra fe y saciando nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza, para recibir con el corazón abierto el amor de Cristo Resucitado. Para ello, hemos acompañado a Jesús en su subida a Jerusalén, siguiendo el Evangelio de San Lucas, que nos interpela hoy como miembros de la Iglesia y continuadores de la Misión de Jesús.

Dentro de este Evangelio nos hemos detenido de una forma particular, en la Misericordia,  que nos pone de relieve a Dios, como Padre que perdona, renueva y que quiere salvar lo que está perdido, y en la alegría como fruto de la presencia del Espíritu Santo.

También se nos ha destacado el protagonismo del Espíritu Santo, fuente de renovación constante y revelador de la presencia de Dios en nuestra vida. Tomando a María como modelo, hemos ido descubriendo cómo el Espíritu ha ido obrando en ella el plan de salvación. 

En María, discípula y misionera, encontramos esa figura activa, que no duda en comprometerse, que actúa y se pone en camino, confiada en que es el Espíritu Santo quien obra en ella.

En la oración de la mañana, la figura de San José ha estado muy presente. A través de sus sueños, relatados en el Evangelio de San Mateo, hemos ido descubriendo sus virtudes y hemos podido reconocer cómo su vida es una prueba concreta de que es posible vivir el Evangelio.

Contigo, confío, camino y amo

Discurridos los primeros días de Ejercicios, y con el corazón ardiente, nos adentrábamos en el Triduo Pascual unidas a la Iglesia,  y en la intimidad de nuestro ser más profundo participamos del misterio del Amor. Nos disponíamos a acompañar a Jesús en su Pasión, en su entrega por cada una de nosotras y de nuestros hermanos.

Inmersas en este misterio, se nos invitaba a contemplar el amor de Dios que se nos entrega a través de todas aquellas personas que acompañamos en nuestros diferentes servicios. De este modo, nos poníamos en el papel de Pedro, que a pesar de su resistencia a ser servido, al final se dejó servir por el Señor. 

El amor hecho servicio en la tarde del Jueves Santo, nos disponía para recorrer junto a Jesús la Vía de la Cruz,  culmen de su mayor entrega por cada una de nosotras, que nos manifiesta el amor sin límites por el cual fuimos reconciliadas y salvadas. Contemplando a Cristo en la Cruz, nos hacíamos más conscientes y nos dejábamos envolver por este amor que se nos entrega cada día, despertando más fuertemente, nuestro deseo de corresponder a un Amor tan grande.

Invadidas por el silencio y unidas a María, reconocíamos cuántas veces pensamos que Dios calla, que se ha olvidado de nosotras. Pero ella, nos enseña a vivir su fe del Sábado Santo, una fe que nos hace permanecer abiertas y expectantes como quien sabe que lo más inesperado tiene que suceder.

Con la alegría de la experiencia del encuentro con Cristo Resucitado, celebramos la Vigilia Pascual con gozo y con deseo de seguir con Él, siendo sus testigos.

Después de haber vivido esta experiencia, nos invade un profundo sentimiento de agradecimiento a Dios por este entrañable encuentro, en el cual hemos podido compartir con las Hermanas, por la calurosa acogida de la Comunidad de Rabé, por el acompañamiento de las Consejeras de Formación y del Padre Corpus. 

¡VERDADERAMENTE HA RESUCITADO! ¡ALELUYA!

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