Y Jesús progresaba en sabiduría, en estatura, y en gracia ante Dios y ante los hombres. (Lc 2, 52)
Santa Luisa de Marillac pidió permiso para abrir una escuela para niñas pobres que de otra manera se verían obligadas a mendigar o hallar otras formas de conseguir dinero. La educación, para nuestra fundadora, era una manera de ayudar a crecer sanos a los niños y jóvenes. Las Hermanas les enseñaban las habilidades que podrían usar para ganarse la vida y ayudar a las necesidades de su familia y educándolos, al mismo tiempo, en la fe católica y la enseñanza del catecismo.
El mundo ha cambiado, pero los jóvenes tienen a menudo mala prensa. Sin embargo, cuando se educan bien, son generosos y entusiastas. Son verdaderos discípulos de Jesús, y desean hacer algo por los pobres. ¡Ayudarles a que logren todo su potencial es un imperativo para las Hijas de la Caridad! Nos comprometemos a hacerlo trabajando en muchas áreas. Por ejemplo:
• Escuelas: Infantiles, elementales, secundarias y universidades
• Pastoral juvenil
• JMV
• MISEVI
• Voluntariado Vicenciano
• Centros de jóvenes delincuentes
• Catequesis
El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido y me ha enviado a proclamar la Buena Noticia a los Pobres…” (Lc 4,18)
San Vicente (1581-1660) atento al caminar de la Providencia y dócil a la acción del Espíritu, se conmueve ante la miseria material y espiri- tual, la enfermedad y la pobreza de la Francia de su tiempo, y consagra su vida al servicio y a la evangelización de los pobres. Se pone manos a la obra e implica a mujeres en su compromiso con los empobrecidos y los que sufren. Luisa de Marillac emprenderá con él este proyecto.
La Compañía fundada en París en 1.633 por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, es conocida con el nombre de Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, Siervas de los Pobres
Desarrollaron su labor solidaria en Francia y Polonia durante los siglos XVII y XVIII. Es en 1790 cuando llegaron a España y en el siglo XIX se hicieron presentes en casi todos los países del mundo.
Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos; pero el Hijo de Hombre no tiene donde reclinar su cabeza. (Mt 8, 20).
Cada día, hay más personas que viven en la calle: hombres, mujeres y niños. Las razones por las que se encuentran en esa situación son diversas, pero siempre es doloroso y crucial para una vida, marcada a menudo por la soledad, la inseguridad, la violencia y la falta de esperanza. En general la sociedad parece tener miedo de ellos y le gustaría quitarlos de las calles, pero raramente ofrecen los cuidados necesarios para su reintegración en la misma y las condiciones adecuadas para vivir una vida digna.
Al trabajar con personas sin techo, las Hijas de la Caridad, les ofrecemos respeto, amistad y una atención sin juzgarles, ofreciéndoles los servicios necesarios para ayudarles a integrarse en la sociedad. Estos servicios incluyen:
• centros acogida
• albergues nocturnos
• comedores
• centros de salud
• roperos
• programas de desintoxicación
• acceso a servicios, tanto públicos, como privados
• hogares
• alojamiento temporal
• alfabetización y auto-estima
• asesoría jurídica
• búsqueda de empleo
• Dar respuesta a nuestra vocación misionera en actitud de Siervas con coherencia “La Misión es Obra de Dios y los Pobres nos necesitan”.
• Realizar un servicio totalmente vicenciano como Hijas de la Caridad.
• Hacer presente a la Iglesia, Cuerpo de Cristo,
• Ser testigos de Jesús, en quien no creen, por un servicio de amor.
• Vivir con alegría el don de la Vocación Misionera, desde una Comunidad caracterizada por:
– la vida de oración
– la caridad fraterna
– el servicio humilde y totalmente gratuito
– el querer hacerse y acercarse toda a todos, lengua, cultura, costumbres, etc…
• Y con la esperanza de que el SER Y QUEHACER de las Hijas de la Caridad en estos pueblos dará fruto allí donde pueda llegar su radio de acción.
– haciéndoles tomar conciencia de su situación.
– haciendo todo lo que esté a nuestro alcance para su Promoción.
– poniendo todos los medios a nuestro alcance parque por nuestro amor tenga lo que en justicia les pertenece.
El origen de la misión ad gentes en la Compañía de las Hijas de la Caridad, lo encontramos en la Constitución 25:
a) La Compañía es misionera por naturaleza; por eso se empeña en conservar la agilidad y movilidad necesarias para poder responder a las llamadas de la Iglesia ante todas las formas de pobreza. Trata, como sus Fundadores, de buscar a los pobres allí donde están y de ir al encuentro de los más abandonados e ignorados. Con la audacia de los Apóstoles, san Vicente y santa Luisa, desde los orígenes, lanzaron a sus hijas por los caminos del mundo.
b) El espíritu misionero debe animar a todas las Hermanas, que están dispuestas a ir a prestar servicio dondequiera que se las envíe, convencidas de que contribuyen al cumplimiento de la misión recibida de la Iglesia: «Hay que estar disponibles para ir a donde quiera que se os ordene e incluso a pedirlo y decir: “no soy ni de aquí ni de allí, sino de todas partes adonde Dios quiere que vaya… Vosotras habéis sido escogidas para estar de esta forma bajo la disposición de su divina Providencia “». (San Vicente).
c) Cualquiera que sea el lugar de su misión y la forma de su servicio, conceden particular atención a las “semillas de la Palabra» (Ad Gentes, n 15) presentes en todas las culturas para hacerlas crecer a la luz del Evangelio. De esta manera responden a la preocupación que tiene la Iglesia por la inculturación.
d) Las que se sienten llamadas a llevar el anuncio de la salvación a los pueblos que aún no lo han recibido, (Cf.Ibíd, n.6 )se muestran especialmente disponibles para ser enviadas a la misión Ad Gentes, tan arraigada en la vocación de Hija de la Caridad.
e) Se ponen al servicio de las Iglesias locales y favorecen la promoción y crecimiento de las Provincias jóvenes de la Compañía de modo que, progresivamente, puedan asumir su propia responsabilidad.
a) Las Hijas de la Caridad que se sienten llamadas a la misión Ad Gentes, dan a conocer su deseo a su Visitadora y a la Superiora general. Las Hermanas están al servicio de la misión que las acoge, dependen de la Visitadora y son destinadas de acuerdo con sus aptitudes y las necesidades de las obras.
b) Hermanas de diversas nacionalidades pueden ser enviadas a una misma misión, teniendo en cuenta las necesidades locales y siempre que lo permitan las leyes. Es una forma de dar testimonio de la universalidad de la Iglesia y de la Compañía. Por su parte, ellas mismas se esfuerzan por favorecer el despertar de vocaciones misioneras en el país donde han sido enviadas.
c) Las Hermanas misioneras regresan periódicamente a su Provincia de origen para rehacer sus fuerzas físicas y espirituales y actualizar su formación profesional.
d) Todas las Hijas de la Caridad se sienten solidarias de aquellas que, en obediencia y en fe, han dejado familia y patria, y las sostienen con la oración, el sacrificio, el apoyo moral y fraterno, y la ayuda eficaz en todos los aspectos. Están abiertas a los problemas específicos de la misión Ad Gentes y comparten su esperanza.
La cultura organizativa de los centros vicencianos, define el estilo de vivir y convivir dentro de nuestros equipos y comunidades, nuestro estilo de trabajo, nuestra forma de afrontar los conflictos, de tomar decisiones, nuestro estilo pedagógico, nuestros métodos, nuestras formas y nuestra estética. Por eso optamos por:
– Un paradigma asertivo para afrontar los conflictos, que refuercen lo positivo y potencien la negociación.
– Estructuras multidireccionales, de alto rendimiento, basadas en la autonomía de las personas.
– Un paradigma asertivo para afrontar los conflictos, que refuercen lo positivo y potencien la negociación.
– Equipos orientados a las sinergias, formados desde la confianza personal.
– Centros con inteligencia emocional, que mejoren el bienestar y el crecimiento de todas las personas, no sólo de los alumnos
MEVIsur es el Modelo educativo que las Hijas de la Caridad de la Provincia España-Sur desean implantar en todos sus centros educativos. Contextualiza y concretiza el PEVI y quiere responder a las actuales necesidades de los alumnos, las familias y la sociedad.
El Modelo:
– Se centra en la persona del alumno.
– Se fundamenta en el carisma vicenciano. “Saber más para servir mejor” supone una disposición de ánimo ante la vida, ante las personas y ante la trascendencia.
– Escucha y atiende las necesidades de sus familias.
– Acompaña el desarrollo de las personas responsables de la acción educativa.
– Toma conciencia de los avances educativos consolidados y asume el papel de la neuropedagogía, la cooperación y el crecimiento de las personas como claves de desarrollo escolar.
– Tiene presentes los retos formativos más inmediatos que afectan al futuro de los colegios.
Parte de una definición viva del perfil del educador vicenciano y del perfil de egreso del alumnado y despliega una serie de planes y acciones con relación a los fines, a las personas y a los recursos.
Documento referente: PEVI.
Documento transversal clave: PLAN EVANGELIZACIÓN
Documentos de Gestión: PLAN ESTRATÉGICO PROVINCIAL y CRITERIOS PROVINCIALES PARA EL SECTOR DE ENSEÑANAZA.
Desarrolla un proceso de selección acorde al perfil de educador vicenciano.
Acompaña el crecimiento personal y profesional de sus docentes mediante el portfolio del educador vicenciano y la atención a la formación inicial, continua y al liderazgo.
Genera unas acciones formativas sistemáticas, actualizadas, motivadoras, acordes a los ejes que Plan de Formación propone.
Presta especial atención a la Función directiva y a la buena gestión de las relaciones.
Cuenta con el papel primordial de los padres y el entorno familiar en el desarrollo del niño y el adolescente y afirma una relación colaborativa con el entorno.
Ayuda a la familia a desempeñar su función y ejercer su responsabilidad en las mejores condiciones posibles.
Ofrece a la sociedad una propuesta diferente de vida.
Atiende a las corrientes pedagógicas, orientaciones didácticas y avances científicos del momento.
Responde a una programación centrada en el alumno que tiene como horizonte el perfil competencial del mismo.
Selecciona recursos y metodologías didácticas de eficacia contrastada que respondan a corrientes pedagógicas acordes con los fines del modelo.
Se basa en la colaboración permanente de las personas, en la evaluación de la acción educativa y en la generación de nuevas respuestas de forma permanente.
Desarrolla Planes de calidad y excelencia.
Jesús dijo, “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son cómo éstos es el reino de los cielos”. (Mt 19, 14)
Para Santa Luisa de Marillac, nuestra fundadora, el cuidado de los niños fue uno de los servicios más importantes de las Hijas de la Caridad. Su experiencia personal la enseñó lo importante que es la presencia de amor y de personas cariñosas en las vidas de los niños, sobre todo los que no tienen padres. Los niños necesitan atención, cuidado y guía para crecer saludable y felizmente porque lo que nos pasa en la niñez nos afecta para el resto de nuestra vida.
En muchos lugares, los niños no tienen derecho ya a su niñez. porque son muy pobres o no tienen padres, tienen que trabajar siendo, muy a menudo, explotados por los que debían cuidar de ellos. La violencia y las drogas entran con frecuencia en sus vidas en una edad muy temprana y muchas veces no tienen acceso a otras posibilidades. Por ello, los niños tienen un lugar central en nuestro servicio a los más pobres.
Promovemos el bienestar de los niños de diversos modos, en:
Y Jesús progresaba en sabiduría, en estatura, y en gracia ante Dios y ante los hombres. (Lc 2, 52)
Santa Luisa de Marillac pidió permiso para abrir una escuela para niñas pobres que de otra manera se verían obligadas a mendigar o hallar otras formas de conseguir dinero. La educación, para nuestra fundadora, era una manera de ayudar a crecer sanos a los niños y jóvenes. Las Hermanas les enseñaban las habilidades que podrían usar para ganarse la vida y ayudar a las necesidades de su familia y educándolos, al mismo tiempo, en la fe católica y la enseñanza del catecismo.
El mundo ha cambiado, pero los jóvenes tienen a menudo mala prensa. Sin embargo, cuando se educan bien, son generosos y entusiastas. Son verdaderos discípulos de Jesús, y desean hacer algo por los pobres. ¡Ayudarles a que logren todo su potencial es un imperativo para las Hijas de la Caridad! Nos comprometemos a hacerlo trabajando en muchas áreas. Por ejemplo:
“No ver sufrir a nadie sin sufrir con él, no ver llorar a nadie sin llorar con él…¿Qué es lo que hace nuestro Señor? Llora con ellos lleno de ternura y compasión”. (SVP XI, 560; cf. SVP III, 407).
… Pero un samaritano que iba de viaje, al llegar junto a él y verlo, sintió lástima. Se acercó y le vendó las heridas, después de habérselas curado con aceite y vino; luego lo montó en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él… Jesús dijo: Vete y haz tú lo mismo. (Evangelio de Lucas 10, 34 y 37)
En 1653 Vicente de Paúl fundó, en París, el Asilo del Nombre del Jesús, para dar respuesta a las necesidades de los ancianos de aquel tiempo. Desde entonces y hasta nuestros días, la Compañía de las Hijas de la Caridad, junto con profesionales y voluntarios, amigos y colaboradores, han seguido fieles a esta iniciativa con obras y centros de atención a personas mayores.
La acción social vicenciana, desde sus comienzos, recibió el encargo fundacional de la mejora de la calidad de vida de los mayores, de su cuidado y promoción con una extremada sensibilidad y un fuerte compromiso.
En el contexto de los Principios Inspiradores de tal acción social, desarrollamos los elementos vertebrales que hacen específico este servicio desde el carisma, pedagogía y espiritualidad vicenciana.
Los ancianos son el tesoro de nuestra sociedad. Un pueblo que no custodia a los abuelos, que no les respeta, carece de memoria y por lo tanto de futuro. Seamos piadosos con nuestros antepasados. Pidamos la gracia de custodiar, escuchar y venerar a nuestros mayores. (Papa Francisco)
Hoy en día, parece aceptada la idea de que la tercera edad es una etapa de la vida descendiente, en la que se da por hecho la gradual incapacidad humana y social. Nuestra identidad vicenciana nos sitúa con una mirada radicalmente opuesta que descubre en los mayores, lejos de estereotipos, una realidad mucho más diversa, modos de vidas muy diferentes en cada una de las personas atendidas. Nuestro ser vicenciano nos alienta, en el día a día, a transformar la senectud en un transcurso de la existencia humana que se ha de vivir no sólo con serenidad y dignidad, sino como un período de la vida que presenta nuevas oportunidades de desarrollo y posibilidades tanto humanas como espirituales.
La identidad de nuestros centros y obras comparten el reto permanente de la excelencia de la intervención sociosanitaria a los mayores con la esencia de una titularidad cristiana y vicenciana que aporta valores propios.
Del Hijo de Dios aprenden las Hijas de la Caridad que no hay miseria alguna que puedan considerar como extraña a ellas. Múltiples son las formas de pobreza, múltiples también las formas de servicio. Constitución Hijas de la Caridad 11 a.
Nuestra Misión viene definida por tres acciones fundamentales:
Asistir y acoger a las personas mayores, especialmente aquellas con más dificultad, en todas sus necesidades, con capacidad de escucha y de respuesta certera desde el ámbito institucional y grupal. Favorecer esta acogida en un clima familiar en el que todos se sientan parte y protagonistas.
Mejorar la calidad de vida de cada persona mayor, asegurando el respeto a su dignidad a través del buen trato y la atención integral a todo su proceso personal y existencial en un contexto familiar y comunitario.
Ayudar a vivir el sentido de esta etapa de la existencia y así que puedan apreciar sus propios recursos y superar la tentación del victimismo, del autoaislamiento, de la resignación, del sentimiento de inutilidad, de la desesperación. Por otra parte, sensibilizar y responsabilizar a las generaciones futuras para que cultiven un contexto humano, social y espiritual en el que toda persona pueda vivir con dignidad y plenitud esta periodo de la vida.
En la actualidad, la Compañía de las Hijas de la Caridad, concreta su Misión con las personas mayores a través de los siguientes recursos:
Centros de día con actividades psicosociales y educativas.
Residencias de mayores.
Y si en medio de tus afanes, de tus tareas, responsabilidades, gestiones e, incluso, de la oración y de tu vida celebrativa… ves a una persona mayor que te llama a la puerta y te reclama… “Deja a Dios por Dios” (San Vicente de Paúl).
DIGNIDAD DEL MAYOR. La persona mayor posee una dignidad intrínseca, como cualquier otra persona, que le hace tener valor en sí misma y por sí misma. Esta etapa de la existencia merece ser reconocida y valorada
con una especial sensibilidad por estar vinculada a procesos de salud y cercanía con el final de la vida. Por otro lado, la persona mayor, posee una dignidad merecida por su memoria, por su experiencia, por su sabiduría… por su aportación enriquecedora a la sociedad con toda su vida.
JUSTICIA. Hay que garantizarle a los mayores la igualdad de oportunidades en el acceso a las prestaciones necesarias para optimizar su calidad de vida, evitando situaciones de discriminación. Por Justicia, toda la sociedad está en deuda con sus mayores, y es nuestra responsabilidad que reciban un trato justo, equitativo, adaptado a su proceso existencial. Han de percibirlo como tal para que fortalezca su autoestima y aprecien afectivamente el sentimiento de gratitud hacia ellos.
SERVICIO. “Si la Iglesia no sirve, no sirve de nada.” Servir es poner a la persona necesitada en la cumbre de nuestra intervención. Es ver en el “pobre”, en el mayor, al mismo Cristo y hacer de nuestras vidas un permanente compromiso de entrega a ellos. En la vida cotidiana, servir implica desde cuidar las necesidades más básicas, a cubrir a los mayores con cariño, ternura… ofrecerles seguridad relacional y profesional con una atención personalizada, favorecer su sociabilidad, atender sus inquietudes espirituales y trascendentes… Servir es curar, acompañar, sostener, aliviar, y dar sentido a la vida, a la enfermedad y a la muerte.
AUTONOMÍA. La senectud no es sinónimo inexorable de dependencia. Con frecuencia, se presta más atención a las dificultades de las personas atendidas debido al tiempo y esfuerzo que se dedica por aliviar sus problemas. Fomentar la autonomía de los mayores es prestar especial atención a las capacidades y posibilidades que tienen preservadas. Es reconocer lo que la persona puede hacer por sí misma y aquello en lo que necesita diferentes niveles de ayuda. Implica reconocer la capacidad de que decidan y se regulen por sí mismo, programando la propia vida y actuando responsablemente, a partir de los propios valores y creencias.
ATENCIÓN PERSONAL INTEGRADA. La base de la atención integrada está en la interdisciplinariedad de nuestros equipos, donde de forma sinérgica se trabaja para proporcionar una adecuada evaluación e intervención sociosanitaria. Se parte de una valoración inicial multidimensional con la finalidad de desarrollar un plan de tratamiento y seguimiento de su proceso, así como la elaboración de estrategias y dotación de recursos para que la persona pueda afrontar su día a día. Este modelo de intervención comprende a cada persona mayor como única y distinta y planifica la atención de sus necesidades de modo global y diferenciado, atendiendo a sus características personales, valores y preferencias.
COMPROMISO. No basta con cumplir con lo previsto, lo estipulado, lo obvio… todo compromiso tiene muchas implicaciones que han de redundar en el beneficio de las personas atendidas en nuestros centros. Reconocemos que la persona que se compromete como profesional o voluntario es generosa, busca como dar más afecto, cariño, esfuerzo, bienestar a los mayores… en otras palabras: va más allá de lo que supone en principio el deber contraído. Es feliz con lo que hace hasta el punto de no ver el compromiso como una carga, sino como el medio ideal para perfeccionar su persona a través del servicio a los demás. Formamos equipos de personas con un fuerte y sólido compromiso con la institución y nuestros destinatarios y, a su vez, invitamos al compromiso colectivo de todos de cuidarnos los unos a los otros, implicando a los propios mayores y a sus familiares.
CONFIANZA. Es la base para mantener un clima de familia en nuestros centros y obras y, a su vez, para que se desarrollen todas las capacidades y potencialidades de todas las personas que configuran el contexto comunitario. Un ambiente forjado con la confianza da seguridad al mayor y le permite alcanzar aspiraciones insospechadas. En el proceso evolutivo que se vive en la tercera edad, la confianza es un valor esencial: Sentir que se confía en el entorno y en las personas de alrededor permite que la persona mayor viva con más serenidad su acompañamiento y cuidado. Y en otro sentido, que el mayor sienta que se confía en sus capacidades le repercute en su autoestima y en una visión positiva de sí mismo. La confianza genera un clima afectivo positivo y sosegado, tan necesario en el día a día, y especialmente en los momentos de vulnerabilidad y fragilidad que se viven en esta etapa.
COLABORACIÓN Y PARTICIPACIÓN. Nuestros centros pretenden ser comunidad y ámbito de identidad, corresponsabilidad y participación. El sentido de pertenencia al hogar común invita e interpela a la cooperación por parte de todos. Las personas mayores no son meros receptores de ayuda, por el contrario, juegan un papel relevante desde su participación en la mejora de la vida cotidiana del centro. Se fomenta la implicación de los mayores en el Proyecto común, cada uno desde su propia capacidad, aportando sus conocimientos y dones y repercutiendo en el bienestar del grupo y en la percepción positiva de sentirnos útiles para los demás. Las dinámicas de colaboración mutua son fuente de bienestar interior que ayudan a ser más felices.
AMBIENTE FAMILIAR. El espíritu de familia hace de nuestros centros ambientes cálidos, espacios para el afecto y las relaciones interpersonales, contextos de ayuda mutua. Favorecemos el sentimiento de formar parte de una gran familia para que las personas mayores se sientan arropadas e integradas en una comunidad.
CREATIVIDAD. La realidad de las personas mayores es tan diversa y presenta tantas realidades diferentes, que la intervención debe estar sostenida por el principio de flexibilidad. Es necesario alejarse de estereotipos en cuanto a la actuación con ellos y saber generar una praxis de acompañamiento y ayuda personalizada y diversificada. Generamos, para ello, una cultura de iniciativa, de creatividad, de compartir ideas y proyectos que optimicen en cada momento la dinámica del centro y repercuta en el bienestar de nuestros atendidos. San Vicente nos anima a ser “Creativos hasta el infinito” porque la acción social requiere de esta brújula que nos garantice dar una respuesta actualizada a los mayores.
Y ahora que llega la vejez y las canas ¡Oh Dios, no me abandones! para que anuncie yo tu brazo a todas las edades venideras. (Sal. 71,18).
En la Biblia, el anciano es un símbolo de sabiduría y una señal de las bendiciones de Dios; en nuestro mundo, son rechazados y abandonados, incluso por sus familias. Después de una vida larga y productiva, muchos viven totalmente solos, sin los amigos, enfermos y con ingresos que no son suficientes para atender a sus necesidades básicas. Debido a sus limitaciones físicas, son incapaces, sin ayuda, de buscar guía espiritual y amistad, ir a la Iglesia o acudir a reuniones que les ofrezcan la oportunidad de hablar, escuchar y compartir con otros.
Inspiradas por sus Fundadores, las Hijas de la Caridad respetan la dignidad y la sabiduría de los ancianos, les ofrecen amor y comprensión y les sirven de muchas maneras. A nivel mundial, las Hermanas atienden a las personas mayores en sus casas, residencias y las parroquias.
Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del reino, preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque …estaba enfermo y me visitasteis. (Mt 25, 34-36)
La primera misión de las Hijas de Caridad fue la visita a los pobres y enfermos en sus casas. En sus recomendaciones a las Hermanas que se dedicaban al servicio de los enfermos, San Vicente y Santa Luisa les aconsejaban que estuvieran atentas a los pequeños detalles que podían servirles de consuelo.
Restaurar la salud rota es mejorar la calidad de vida, por lo que, según las diversas realidades, nuestras Hermanas tratan de atender lo mejor posible a las necesidades físicas y espirituales de los enfermos. Utilizando algunos de los recursos más desarrollados de la medicina actual, se esfuerzan por servir al enfermo con compasión, amabilidad y gran respeto, virtudes tan importantes para sus Fundadores.
Dado que, el cuidado de la salud es una necesidad primaria para toda persona, es para nosotras una prioridad y trabajamos en:
“Dedicados a la atención a familias y menores en desprotección y/o conflicto social desde el humanismo cristiano” (Objetivos Accam).
Para dar respuesta a la llamada de la Asamblea Provincial y al Plan Marco de Pastoral Provincial que nace de ella, nos hemos puesto en marcha la Comisión y fruto de ello hemos elaborado este Proyecto de Pastoral.
Conociendo que el fin principal para el que Dios ha llamado y reunido a las Hijas de la Caridad es para honrar a Nuestro Señor Jesucristo como manantial y modelo de toda caridad, sirviéndole corporal y espiritualmente en la persona de los pobres (RC H.C 1,1) y con la preocupación primordial de darles a conocer a Dios, de anunciar el Evangelio y hacer presente el Reino (C.10a), sabemos que cada una de las obras vicencianas es un lugar privilegiado para la evangelización, llamada a ser foco de irradiación de la Caridad de Cristo. (Sor Evelyne Franc).
“Dedicados a la atención a familias y menores en desprotección y/o conflicto social desde el humanismo cristiano” (Objetivos Accam).
“Los derechos del niño, como la Educación, están constituidos por garantías fundamentales y derechos humanos esenciales” (Convención de Ginebra).
El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido y me ha enviado a proclamar la Buena Noticia a los Pobres…” (Lc 4, 18)
San Vicente (1581-1660) atento al caminar de la Providencia y dócil a la acción del Espíritu, se conmueve ante la miseria material y espiritual, la enfermedad y la pobreza de la Francia de su tiempo, y consagra su vida al servicio y a la evangelización de los pobres. Se pone manos a la obra e implica a mujeres en su compromiso con los empobrecidos y los que sufren. Luisa de Marillac emprenderá con él este proyecto.
La Compañía fundada en París en 1.633 por San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, es conocida con el nombre de Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, Siervas de los Pobres.
Desarrollaron su labor solidaria en Francia y Polonia durante los siglos XVII y XVIII. Es en 1790 cuando llegaron a España y en el siglo XIX se hicieron presentes en casi todos los países del mundo.
Jesús dijo, “Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis porque de los que son cómo éstos es el reino de los cielos”. (Mt 19, 14)
Para Santa Luisa de Marillac, nuestra fundadora, el cuidado de los niños fue uno de los servicios más importantes de las Hijas de la Caridad. Su experiencia personal la enseñó lo importante que es la presencia de amor y de personas cariñosas en las vidas de los niños, sobre todo los que no tienen padres. Los niños necesitan atención, cuidado y guía para crecer saludable y felizmente porque lo que nos pasa en la niñez nos afecta para el resto de nuestra vida.
En muchos lugares, los niños no tienen derecho ya a su niñez. porque son muy pobres o no tienen padres, tienen que trabajar siendo, muy a menudo, explotados por los que debían cuidar de ellos. La violencia y las drogas entran con frecuencia en sus vidas en una edad muy temprana y muchas veces no tienen acceso a otras posibilidades. Por ello, los niños tienen un lugar central en nuestro servicio a los más pobres.
Promovemos el bienestar de los niños de diversos modos, en: