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¡QUÉ MAÑANA DE LUZ RECIEN AMANECIDA, RESUCITO JESÚS Y NOS LLAMA A LA VIDA!

Sor Inocencia Izquierdo Franco

Falleció el 30 de abril de 2017 en Sevilla. Comunidad Casa Provincial España-Sur.


Cuando la Comunidad de la Casa Provincial unida a las Hermanas que finalizaban los Ejercicios entonábamos este Himno de Laudes, ya nuestra entrañable Sor Inocencia estaba experimentando la certeza de estas preciosas palabras. Sintiéndose llamada a la VIDA, también había resucitado.

Sor Inocencia ha sido uno de los grandes tesoros de la Compañía para los Pobres. Perteneciente a una gran familia de profundas raíces cristianas y vicencianas, como lo vemos en estos momentos en varios miembros de su familia que nos acompañan. Natural de Burgos al que siempre llevó en su corazón, al mismo tiempo que estuvo plenamente identificada con esta tierra andaluza donde transcurrió su largo recorrido vocacional.

Tuve la gran suerte de conocerla en varias y distintas etapas de su historia de Hija de la Caridad, tanto en su servicio directo a los Pobres como en la vida comunitaria y en su misión de Hermana Sirviente y Consejera provincial. A través de todos ellos siempre la recordaré como la serena conjugación de cuatro adjetivos que definen su fisonomía de Hija de la Caridad: libre, fiel, generosa, leal.

Su libertad era la medida de un corazón ancho y profundo, vacio de sí mismo y lleno de Dios, ese mismo corazón que, en la madrugada de ayer, se negó a seguir latiendo porque ya estaba granado por la verdadera cosecha. Lo que había ido cultivando y cuidando en su vida comunitaria; así se mostraba abierta a todas las Hnas, a las que reconocía como don de Dios: disculpadora de sus debilidades, conciliadora en las situaciones tensas, respetuosa con las distintas mentalidades, animadora y gozosa en todas las celebraciones, con gran capacidad de admiración. Ponía siempre de manifiesto el valor de la comunión. Ella era una sencilla expresión del “mirad cómo se aman” (Hech 4,32-37))

Su fidelidad, expresada a través de todos sus servicios, tanto en el campo de la enfermería, sirviendo a Cristo en toda clase de enfermos como en el campo del anciano; digna de admirar esa fidelidad sencilla y humilde sin ningún afán de protagonismo ni posturas altisonantes, dando la vida por los demás sin que se note, pudiéndose leer a través de sus servicios las actitudes de una auténtica Hija de la Caridad: dulzura compasión cordialidad respeto y devoción.(C.10 b)

Su generosidad la llevaba a estar siempre dispuesta a prestar algún servicio o favor para cualquier tarea que se le asignara .Daba la impresión de que esa generosidad era algo innato; con un rostro afable como si nunca le costase lo más mínimo. Así lo han ido reconociendo las Hermanas de la Provincia y hoy lo testifican en los numerosos mensajes que estamos recibiendo. Hasta el último momento estuvo cumpliendo con su deber, aunque ya notaba el aviso persistente de algo que se acercaba. Proclamando siempre con su actitud sencilla “Sierva inútil soy, he hecho lo que tenía que hacer”(Lc.17,10)

Su lealtad. Fue vivir su opción Evangélica y Vicenciana con toda coherencia. En su escala de valores había siempre un primer puesto para el equilibrio, la ecuanimidad y para la defensa del débil. Sabía relativizar lo relativizable y dar importancia a lo que realmente es importante. Tenía el don de dar a la vida un sabor de paz, serenidad y optimismo, con ella siempre nos sentíamos seguras y respaldadas.

Y me queda poner de manifiesto dónde verdaderamente pude gozar y experimentar de cerca y día a día todas estas actitudes: fueron los nueve años que compartió conmigo el servicio del Consejo siendo Asistenta provincial. Supo aportar en la Misión toda su fe, serenidad y madurez compensando lo mucho que por mi inexperiencia me faltaba y necesitaba la Provincia; me ayudó a ver las cosas desde Dios, sin dramatizar ni trivializar. Siempre me sentí con ella evangélicamente protegida, fue un gran “cirineo” que me conducía a vivir con paz el misterio pascual.

Sor Inocencia, tenemos la seguridad, de que ahora que ya estás celebrando en plenitud el cuarto Centenario de nuestro Carisma, tanto tu querida familia como la Compañía en especial las dos Provincias que hoy en tu corazón ocupan un lugar especial, España Norte y España Sur cuentan ya con una gran intercesora. Confiamos en ti. Por todo ello, proclamando nuestra acción de gracias, iniciamos la Eucaristía cantando con esperanza.

Las puertas de la nueva Ciudad se han abierto para ti

Sor Mª Pilar Rendón

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