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Encuentro de Hermanas con entre 13 y 15 años de vocación

Y vio Dios que era bueno

“Compartir esta vivencia con las que fueron nuestras Formadoras y con las Hermanas de nuestra Comunidad del Seminario nos ilusiona, y estamos seguras de que será una gran riqueza para todas y un encuentro que recordaremos siempre”.

Éste era uno de los párrafos de la carta en la que las Hermanas de 13 a 15 años de vocación expresábamos a las Visitadoras el deseo de volvernos a encontrar en el Seminario Interprovincial, ahora que se cumplen 15 años de su inauguración. Con gran delicadeza y prontitud, las Visitadoras acogieron nuestra propuesta y el encuentro poco a poco se fue haciendo realidad. El tiempo de preparación lo vivimos con mucha ilusión, pues cada una fue aportando lo mejor de sí para que no faltara detalle alguno: liturgias, selección de fotografías, cantos, menú, obsequios… todo lleno de simbología e imágenes que nos hacían recordar los preciosos momentos que vivimos juntas en el Seminario.

Tuvimos la oportunidad de echar la vista atrás y hacer vida la frase de Nelson Mandela: “No hay nada como volver a un lugar que no ha cambiado para darte cuenta de cuánto has cambiado tú”. Así el día 23 de febrero la Comunidad del Seminario abría sus puertas, y llenas de emoción, comenzábamos juntas la celebración de la Eucaristía, presidida por el P. Antonio Molina. A continuación pasábamos por los distintos lugares de la casa (capilla, oratorio, lavadero, habitaciones, comedor, aulas, cocina, desván…) que nos evocaban situaciones, experiencias vividas, acontecimientos compartidos… Ciertamente habíamos retrocedido en el tiempo para volver a saborear lo vivido, no desde la nostalgia o el romanticismo, sino para volver a tomar impulso para implicarnos cada vez más y mejor en la vida de la Compañía y seguir dando respuestas actuales a las realidades.

El encuentro progresivamente fue tomando cuerpo y se llenaba de vida. Las Hermanas Formadoras cuidaron al máximo el propiciar ese recuerdo histórico lleno de fe. Y con paso firme, como si no hubieran transcurrido los años se fueron desgranando las ricas vivencias de este tiempo. Fue un compartir donde constatábamos todo lo que supuso para nuestra vida y vocación el tiempo de formación en el Seminario, que no fue un tiempo de paso sino un periodo en el que pasó algo muy importante en nosotras: asentar las bases que hoy nos sustentan como Hijas de la Caridad. Estos cimientos han hecho que desde el realismo en nuestro recorrido vocacional hayamos podido superar obstáculos, dificultades, debilidades, tentaciones… Veíamos cómo el Señor siempre ha estado acompañando y sosteniendo nuestro caminar y cómo la Compañía ha tratado de poner los medios para ayudarnos a avanzar en la marcha hacia Dios, los Pobres y las Hermanas de Comunidad.

Desde ahí nos atrevíamos a soñar, a soñar juntas: proyectos, ilusiones, compromisos que se iban esbozando y tejiendo porque para Dios nada hay imposible, porque sólo Él es capaz de hacer maravillas de la misma nada.

Damos las gracias a Dios: ciertamente hemos tenido la convicción de que Él es el que ha propiciado este encuentro. Él fue el que nos unió y nos sigue uniendo desde el vínculo de la vocación y el amor.
Damos las gracias a los Superiores, que han hecho posible este encuentro y que no han escatimado en nada de lo sugerido para la organización del mismo.

Damos las gracias a la Comunidad de la Casa Provincial de Madrid – San Vicente y a la del Seminario que con tanta generosidad abrieron las puertas de su corazón y de su casa, desde una acogida entrañable y cariñosa. Las Seminaristas nos pidieron oraciones y nos sugirieron que el día cinco de cada mes las tuviéramos especialmente presentes. Oremos por las vocaciones, sobre todo, por las Hermanas que están dando sus primeros pasos como Hijas de la Caridad.

Damos las gracias a nuestras Comunidades que han facilitado las sustituciones en nuestros servicios cotidianos.
Continuamos en el camino, en el camino que Dios nos va regalando cada día y soñamos con poder soñar juntas, ya que esto siempre será un aliciente y un nuevo impulso en nuestro recorrido vocacional.

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