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Colegio San Vicente de Paúl

Recordando a Sor Castillo

La verdadera Hija de la Caridad es la que lleva el ropaje de la caridad y de la humildad, (…) si veis entre vosotras a una Hermana así, decid: «Ésa es una verdadera Hija de la Caridad; nunca la hemos visto hacer o decir nada que pudiera tender a buscar la propia estima».

Conocí a sor Castillo el primer día que entré por la puerta del Colegio. Ya entonces pensé que era una osadía llamarse así a quien Dios le había dado una talla tan menuda; luego caería en mi enorme error. Por aquellos días aun dedicaba su tiempo a la docencia. Su voz, enérgica y aguda, daba tanto para enseñar en sus clases, como llamar la atención en los recreos y reprender el revuelo de sus alumnos. Fue compañera decidida, directa, clara, al tiempo que correcta, amable  cercana. Cuando le llegó la hora del júbilo, dejó su aula, su pizarra y sus libros con la misma discreción, serenidad y sencillez con la vivió sus días de docente. 

Algo que siempre me sorprendió cuando conocí a las Hijas de la Caridad era la enorme lección de humildad, servicio y obediencia con la que un día asumían funciones comprometidas y responsabilidades mayores como la de dirigir un Centro o una Comunidad, y días más tarde, cuando se les encomendaba, ocupaban una humilde portería a la que se dedicaban en cuerpo y alma desde horas intempestivas. Ella fue un ejemplo cuando, tras dejar la enseñanza dedicó horas de afanosa lectura, mientras controlaba las entradas y salidas de alumnos y familias al colegio. 

En todo momento, con una memoria envidiable, mantuvo contacto con sus antiguas alumnas, conservó la relación de afecto con sus compañeros de profesión y siguió atenta a los vaivenes de la vida de cada uno de nosotros, interesándose por la salud y la suerte de todos.

Los últimos años,  superados los 80, los dedicó, como ella misma decía, a “cuidar de las hermanas mayores”. Sor Pasión o sor Laura, como tantas otras, la han tenido por paciente compañera de paseos y confidencias y más tarde como abnegada enfermera.

Hace unos días nos dejó para siempre. Su voz, su energía, su mirada, se fueron apagando en los últimos meses. Entregada a Dios hasta el último momento, se despidió de todos llena de amor, entrega y generosidad. La fe la mantuvo fuerte hasta su encuentro con el Padre. La echaremos de menos. DEP.

JUAN GUERRERO

PROFESOR DEL COLEGIO

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