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Peregrinación de confianza a través de la tierra

“Soy peregrino”, “estoy en búsqueda”, “no sé definirme dentro de la Iglesia pero creo en Jesucristo”,… son expresiones de algunos de los miles de jóvenes que acudieron a la llamada del encuentro con Dios en Madrid, entre los días 28 de diciembre del 2018 al 1 de enero del 2019.

Todos bajo un mismo lema y un mismo sentir, la certeza de que Cristo está presente en sus vidas, quedaba enmarcado en el tema que el Hermano Alois, Superior de la Comunidad de Hermanos de Taizé, proponía para este encuentro: la Hospitalidad.

Las Hermanas de Formación Inicial en Misión hemos tenido la suerte de ser testigos del paso de Dios por las vidas de estos jóvenes. También se ha hecho presente en las nuestras desde el compartir con ellos cada momento del día, escuchar sus inquietudes, orar y rezar en los diferentes idiomas de las nacionalidades allí presentes,… toda una muestra del significado de las palabras hospitalidad y ecumenismo. Dos palabras importantes y actuales en la sociedad de hoy.

El hermano Alois, cada día, proponía una serie de realidades a las que mirar con el corazón y los ojos con que nos mira Jesucristo. Realidades que para nosotras, Hijas de la Caridad, no son desconocidas: explotación infantil, inmigración, trata de personas, personas acechadas por el conflicto armado, personas que viven en la calle,… pero a las que el Hermano invitaba acercarse. Salir de la sociedad superficial en la que estamos inmersos y adentrarnos en las situaciones de pobreza, era un mensaje repetido durante todo el encuentro. Como él bien señalaba, no pretendía que los jóvenes buscaran acciones que estén fuera de su alcance, sino que miraran a la realidad que viven todos los días y abrieran sus ojos hacia los pobres que tienen más cerca para, desde ahí, hacer un compromiso de servicio en sus grupos de origen, en las parroquias o en organizaciones solidarias. 

El Arzobispo de Madrid en una de sus intervenciones comentaba  que a todos se nos ha sido regalada esta casa común que es el mundo y a la que tenemos que cuidar, por eso, debemos estar agradecidos y ofrecer a los hermanos lo mismo que Dios nos ha dado, amor y acogida, es decir, hospitalidad.

Una experiencia muy rica para nosotras y por la que dar gracias a Dios para seguir profundizando en el sentido de Iglesia y de ecumenismo con todos los hermanos que tienen nuestras mismas raíces. Además, como grupo de hermanas, también damos gracias a Dios por la convivencia, pues nos permite ahondar más en nuestro sentido de pertenencia a la Compañía y estrechar lazos de fraternidad entre nosotras para poder seguir cantando: “Bendijo el Señor, mi alma, y bendijo su Santo Nombre. Bendijo el Señor, mi alma, Él me conduce a la Vida”.

Sor Belén Serrano Hilario

Hija de la Caridad

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