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Jornadas de revitalización 29 de abril- 13 de mayo de 2019

Viajando hacia la alegría de ser Hijas de la Caridad

Dispuestas a vivir la bondad de la internacionalidad de la Compañía, el domingo 28 de abril y muy tempranito salimos desde Gran Canaria, rumbo a Orly- París. Y… volando, nos adentramos en nuestro mapa de ruta.

Haciendo uso de esta metáfora, como si de un vuelo se tratara, les invitamos a través de estas letras, a vivir junto con nosotras este viaje maravilloso.

Mapa de ruta

  • Origen: Nuestras provincias: el deseo de ser auténticas.
  • Destino: La Casa Madre: la alegría de ser Hijas de la Caridad.
  • Compañía: Hijas de la Caridad
  • El vuelo no es directo: tendrá once escalas. Conferencias que nos orientarán en el trayecto.

Nos acompañan en este vuelo:

  • Copiloto: El Padre Bernard Schoepfer
  • Sobrecargo: Sor Kathleen Appler

Tripulación: nuestras Consejeras Generales.

Como equipaje, llevábamos una maleta reglamentaria que, sin duda, facturamos, porque luego íbamos acompañadas de otra cargadita de ilusión, de peticiones de oraciones, de los recuerdos compartidos de tantas hermanas que ya habían estado en  la Casa Madre y nos habían contagiado las ganas. Y, por supuesto también de los buenos deseos que nos transmitían invitándonos a disfrutar y a aprovechar la experiencia… Así que, con este bagaje nos dirigíamos hacia una puerta de embarque especial: 140, Rue du Bac, “Maison Mère, Filles de la Charitè”.

A nuestra llegada a París, ¡qué sorpresa! ¡Cuántas Hermanas de España! Qué alegría compartir con ellas tantos momentos emocionantes de aprendizaje, caminatas, conversaciones…

El grupo de Hermanas que nos hemos reunido provenientes de todas partes del mundo, éramos setenta y cinco, y teníamos entre once y veinticuatro años de vocación. ¡Qué buen grupo Señor! Pudimos descubrir que el amor es un lenguaje universal. Desde el primer momento nos mezclamos, hacíamos por entendernos a través de señas, entre inglés, polaco, francés, español… convencidas de que lo importante era saber de las otras hermanas, poder compartir experiencias como Hijas de la Caridad en Alaska, Vietnam, Eritrea o en el Amazonas. ¡Cuánta riqueza en el servicio a Cristo en los Pobres! ¡Qué viva está “La Compañía” en el mundo! ¡Qué bonito palpar cómo los pobres en cualquier parte del mundo son atendidos con la ternura de una Hija de la Caridad!

Se evidenciaba claramente que, el piloto de este vuelo era el ESPÍRITU SANTO.

Antes de comenzar, nuestras traductoras nos invitaron a ajustarnos los auriculares, para sintonizar las distintas lenguas que confluyen en este viaje. Gracias a su buen servicio, se hizo posible “el milagro de Babel”.

La apertura del encuentro la llevó a cabo nuestra Madre General, Sor Kathleen Appler, ofreciéndonos la “carta de instrucciones” para disfrutar de todos los beneficios del vuelo, es decir, orientándonos y recordándonos las convicciones necesarias y vitales para la Compañía del futuro:  volver sin cesar al Evangelio, ser una Compañía yendo y viniendo hacia las periferias, vivir la cercanía con los excluidos, dar testimonio de una pobreza evangélica más radical, sencillez y alegría en nuestra manera de ser y estar en comunidad. Para ello, nos decía, estamos llamadas a cerrar nuestros sistemas GPS, que nos conducen mecánicamente hacia lo que ha funcionado en el pasado, hacia lo que siempre hemos hecho. Se trata de… quitar el piloto automático.

Y… desde aquí continuamos nuestro viaje, haciendo una escala detrás de otra, empapándonos de temas como: Vivir la fe con alegría según San Vicente y Santa Luisa, la oración: brújula de nuestra vida, el Sello de la Compañía, la Fidelidad, el sentido de pertenencia, la sencillez, la pastoral juvenil…

Entre una y otra escala destacamos momentos y lugares de gran relevancia:

  • El trabajo en grupo. El de lengua española lo formábamos 18 hermanas, y a su vez estaba dividido en dos para los trabajos. Fue una experiencia extraordinaria compartir con sencillez, desde la oración de la mañana, las visitas, las Eucaristías  hasta la reflexión profunda de los temas… Reunirnos en grupo SIEMPRE era motivo de alegría. Sin duda, Dios se hacía presente. Conectamos tanto que, incluso cuando la organización nos pedía que nos separáramos para alguna actividad, no recordábamos a qué grupo pertenecíamos, porque nos sentíamos “uno”. ¡Qué regalo!
  • La sala de recuerdos, archivos, museo de San Lázaro: ¡una maravilla! ¿Saben lo que es sentir que estás viviendo un momento privilegiado, un presente que es un auténtico regalo? Así nos sentíamos contemplando y saboreando cada pieza, cada cuadro, escuchando la historia de una Compañía que forma parte de nuestra vida y que nos llena de orgullo. Brota espontáneo de nosotras un suspiro hecho oración: ¡GRACIAS POR TANTO SEÑOR!
  • Peregrinación a Chartres: momento privilegiado de celebración de la Eucaristía, y consagración de la “Pequeña Compañía” a la Virgen María. Encuentro, oración y fraternidad son las palabras que resumen este día.
  • Tour Vicenciano: empezamos por el final, la cena de esa noche. Cuando llegamos al comedor las hermanas comimos casi en absoluto silencio, no podíamos con nuestra alma. Nos quedó esa noche una certeza: “¡Ay!” es igual en todos los idiomas. Pero… un ¡ay! que mereció la pena. Recorrer tantos lugares por los que pasaron nuestros Fundadores, no nos deja indiferentes, al contrario, nos pone en camino, nos desinstala y nos compromete. Se trata de continuar la obra que otros comenzaron. Notas de ayer, en clave de hoy. Esta música no puede dejar de sonar.

Y… ¿Qué decir de la Capilla de las Apariciones? Silencio, oración, devoción,.. ¡Ay, pero qué bonita es! Asombroso la cantidad de gente, de peregrinos, que llenos de fe se acercan a María Milagrosa para pedirles su intercesión. Nos gustaba rezar por sus intenciones, observar su sencillez ante María, Santa Catalina, Santa Luisa o el corazón de San Vicente. Era impresionante y motivo de oración observar sus gestos, sus rostros, ¡qué menos qué pedir por ellos, por sus intenciones, sus dificultades,…! ¿Y, las Hermanas? Cada una rezaba con su historia cultural, con los gestos aprendidos y transmitidos de generación en generación. ¡Qué gestos tan bonitos! Ver cómo una Hermana se acerca y se arrodilla delante de Santa Catalina o cuando se coloca ante el sillón de la Virgen y apoya sus manos con todo el cariño de quien sabe lo que representa. La Hermana que con el rosario en la mano alza su mirada a la imagen de María Milagrosa intentando retener el tiempo y traspasar el espacio. Es el valor de la riqueza y la dignidad de la diversidad.

¡Qué maravilla haber podido tener esta experiencia!

Podríamos seguir escribiendo páginas y páginas de lo que ha supuesto para nosotras algo que no termina aquí. Ahora ya, en el aeropuerto de destino, estamos llamadas a “pisar tierra”, transmitiendo todo esto que hemos recibido, tratando de hacer nuestras las palabras del Papa Francisco en su última Exhortación, “hablando de Jesús, contándole a los demás que Él nos da fuerza para vivir, que es bueno hablar con Él y meditar su palabra… comunicando la Fe y la experiencia que nos ha regalado, apostando por la construcción de un mundo mejor, tratando de ser Hijas de la Caridad, alegres, servidoras de los Pobres, revolucionarias de la Caridad y del Servicio, con audacia y creatividad. (Cfr. Cristo Vive, 174, 176).

Gracias, gracias de corazón, en primer lugar a Dios por habernos hecho el regalo de vivir este encuentro internacional.

Gracias a nuestra Madre General, sor Kathleen y a su Consejo por haber organizado y preparado con tanto cariño estas jornadas de formación que han revitalizado nuestra vocación de manera espiritual y vicenciana.

Gracias al P. Bernard por acompañarnos con alegría, por las celebraciones, por su cercanía y sencillez.

Gracias a nuestra Provincia España- Sur, por la oportunidad que nos ha dado al pensar en nosotras para participar en este encuentro. Y, gracias también, a nuestras comunidades locales por su apoyo incondicional desde la oración y el acompañamiento.

Finalmente,  gracias a nuestra Madre, María Milagrosa por acompañarnos  en este camino. A ella alzamos la mirada y la invocamos para que no deje nunca de guiarnos, para que nos ayude a ser transmisoras del mensaje del Reino, para que mantenga viva nuestra llama con el brillo que ahora tiene, contagiando al mundo la ALEGRÍA de ser Hijas de la Caridad.

¡Oh María, sin pecado concebida. Ruega por nosotras que recurrimos a Ti!

Sor Amparo Hernández

Sor Mª Dolores Guerra

HHCC

SÍNTESIS DE LAS JORNADAS DE REVITALIZACIÓN

 

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