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Julio 2018

Campamento Vicenciano “Toy Story”

Tras haber pasado varios días desde que realizamos el último servicio de verano en el Campamento Vicenciano continúa redundando la idea de ¿Cómo Dios puede bendecirnos cada año con este regalo tan extraordinario?

Muchos pensarán que de extraordinario poco tiene, ya que se lleva haciendo desde hace mucho tiempo.

Pero yo pienso que sí porque si se piensa fríamente ¿Cuántos jóvenes de entre 18 y 30 años que siendo libres (es decir sin que nada influya en hacer o no hacer este servicio) son capaces de dejar su vida apartada para trabajar, durante 10 días sin apenas descanso, junto a un grupo de chicos y chicas diferentes, complicados y diversos simplemente por la satisfacción personal? Estos jóvenes deciden posponer sus  merecidas vacaciones para dedicar su tiempo y su esfuerzo al prójimo.

Yo, que he tenido el orgullo de conocer a estos seres fabulosos y he compartido trabajo, vida y oración, pongo de manifiesto el incansable trabajo y esfuerzo que realizan en estas semanas de convivencia, y las ganas y el empeño que demuestras con sus actos.

Todos venimos del mismo lugar, de JMV, y por esto aprovecho estas líneas no sólo para decir que el Campamento Vicenciano ha sido un REGALO MARAVILLOSO que Dios nos dio y nos hizo partícipes del mismo si no que también ha sido un terremoto que ha sacudido nuestras vidas y la de todos los niños y niñas que allí tuvimos sin importar clase social, raza ni condición ninguna.

Esta experiencia nos ha permitido empatizar con el que más lo necesita y a la vez conocer diferentes formas de vivir y sobre todo de ayudar a los demás.

No quería dejar atrás el agradecimiento general a las Hijas de la Caridad, y en particular a la visitadora por permitir el campamento y por enviar a Sor Rafi Martínez, Sor Gloria, Sor Eloísa y Sor Inma Castro a las que le agradezco especialmente su buen hacer, su atención, su comprensión, su estar siempre a lo que se necesitara en el campamento y lo que es más difícil en muchas ocasiones, estar siempre con una sonrisa. Por eso desde aquí le reconozco de corazón su disposición y espero que nos veamos en próximas ediciones. Es verdad que no hay nadie imprescindible, pero creo que sí hay personas muy difíciles de sustituir cómo es su caso.

Sólo espero que hayamos podido transmitirles a los niños y niñas que hemos tenido en estos ocho días el carisma vicenciano, el espíritu de colaboración, la sensibilidad ante las pobrezas, la transparencia y la búsqueda de la voluntad de Dios que toda persona, sea JMV o no, debería tener.

Gracias y no lo olviden, Sigan Siempre Adelante

#SSA

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