La “Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, Siervas de los Pobres” fundada por Vicente de Paúl y Luisa de Marillac es una comunidad internacional.

¿Quiénes somos?

Las Hijas de la Caridad, estamos llamadas a servir Jesucristo en la persona de los pobres y marginados, con un espíritu de humildad, sencillez y caridad. Impulsadas por el amor de Cristo y sostenidas por una profunda vida de oración, vivimos en comunidad de vida fraterna, ayudándonos unas a otras en nuestra misión común de servicio; servicio que se dirige a la persona en todas sus dimensiones humanas y espirituales…

Reconocida en la iglesia como sociedad de vida apostólica, actualmente la Compañía está presente en 93 países, en los cinco continentes.

Vivimos y servimos en los lugares de prioridad social: hospitales, casas de niños de carácter social, escuelas, centros de acogida para las personas sin techo o que sufren dependencias o minusvalías. Por fin, dondequiera que se presenta una necesidad y dónde podemos llevar ayuda y apoyo, queremos estar disponibles y listas para servir, según nuestras fuerzas y nuestras posibilidades, en colaboración con otras fuerzas vivas de la Iglesia y con diversos organismos y asociaciones.

Espiritualidad

En su vida de fe, las Hijas de la Caridad dan un amplio lugar a la oración, nutrida por una vida litúrgica y sacramental, el silencio, la escucha de la Palabra de Dios y su mensaje, la enseñanza de la iglesia y la herencia vicenciana. Los pobres están presentes en su oración; oran por ellos y en su nombre.

Cristo es para ellas la fuente de donde brota su amor, el fuego que estimula su acción y las apremia a ir hacia los más pobres, la fuerza que dinamiza sus proyectos, el tesoro que da sentido a su vida.

En referencia al Cristo pobre y las condiciones de vida de los hermanos y hermanas que sirven, las Hijas de la Caridad optan por un estilo de vida sencillo. Viven en comunidad, en un clima de escucha recíproca y de diálogo, compartiendo lo que tienen y lo que son. Juntas, se ayudan para ir dondequiera que las personas sufren y para trabajar con los pobres en su autopromoción. Portadoras de alegría y de esperanza, van al servicio de los que su dignidad no es respetada.

Son felices de poder entregarse totalmente a Dios sirviendo sus hermanos y hermanas, ayudándolos a descubrir Dios presente en su vida.
Los Fundadores inculcaron a las Hijas de la Caridad el amor y la imitación de la Virgen María, por lo que contemplan en ella:

  • La Inmaculada, abierta al espíritu
  • La Sierva humilde y fiel
  • La Madre de Dios, Madre de misericordia y esperanza de los pequeños

Nuestra Misión

Siguiendo el camino de Jesús y a ejemplo de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, las Hijas de la Caridad proclaman el Evangelio sirviendo a los pobres. Desde el principio de la Compañía, no importa donde estén y cuáles sean sus necesidades, las Hermanas saben que “es Dios quien las espera en los que sufren” (Constituciones 7 b).

Cuando las sociedades cambian y se desarrollan, también lo hacen las necesidades de sus gentes. Así, “Cristo interpela continuamente a su Compañía a través de sus hermanos y hermanas que sufren, de los signos de los tiempos y de la Iglesia” (Constituciones 11a). La Compañía discierne las llamadas de Cristo. Las Hermanas están comprometidas en la asistencia y en una amplia gama de actividades humanitarias. También trabajan por la justicia, la paz, y la solidaridad. Por eso los servicios a los que las Hijas de la Caridad se comprometen cambian y se adaptan constantemente.

Algunos de los servicios a los que nos dedicamos actualmente son:

Personas sin techo
Personas mayores
Centros socio-educativos
Enfermos
Prisioneros y sus familias
Trabajadores migrantes
Personas con alguna discapacidad
Niños
Promoción de la mujer
Personas con alguna dependencia
Pastoral

Origen de la Compañía

Comienzos

La compañía de las Hijas de la Caridad nació imperceptiblemente, como las cosas de Dios. El espíritu de Dios sopló en los corazones de varias personas, Vicente de Paúl, Luisa de Marillac y Margarita Naseau. Acontecimientos sucesivos y significativos marcaron su vida y reconocieron, poco a poco, los pasos de Dios.

Vicente de Paúl descubrió la miseria material y espiritual de las gentes de los campos. En 1617, en Chatillón les Dombes, el encuentro con una familia pobre, le impulsó a reunir a señoras de la burguesía local. Vicente fundó las “Cofradías de la Caridad”. El objetivo era organizar la ayuda material y el acompañamiento espiritual, para que cada día, los pobres estuvieran mejor atendidos y pudieran tener fuerza para salir adelante.

Luisa de Marillac siempre fue sensible a las dificultades de su entorno, incluso antes de encontrar a Vicente de Paúl ella visitaba a los pobres. Su corazón estaba abierto y con su gran fe y atenta a las necesidades de los más humildes, a petición de Vicente de Paúl fue a visitar a las primeras “cofradías de la caridad”.

Vicente y Luisa perciben que el servicio directo de los pobres no es fácil para las señoras de la nobleza o la burguesía. Es difícil, en efecto, pasar la barrera de las clases sociales. Estas señoras van a llevar comida, distribuyen ropa, cuidados y consuelo. ¡Visitan pocilgas, con bonitos vestidos a personas que les parecen rudas; es un formidable desafío! Existe una verdadera tensión entre los ideales del servicio y la constricción social muy reales. El entorno familiar de las señoras no es siempre favorable a estas obras.

Margarita Naseau, una campesina de 34 años, de Suresnes, había aprendido a leer por sus propios medios, preguntando a las personas que consideraba instruidas y que se cruzaban en su camino, para formarse. Ella abrió en su aldea, con otras jóvenes, el aprendizaje de lectura para los niños. No tenía otra intención que servir a Dios. Se encontró con Vicente de Paúl durante una de las misiones de evangelización de los Paúles. En 1630, se unió a Vicente y a Luisa, en París, que le proponen ayudar a las señoras de las cofradías.

Luisa tiene la intuición de que las jóvenes como Margarita, podrían asegurar el servicio concreto y cotidiano de los más pobres. Vicente es feliz de que las sencillas campesinas puedan ayudar a los pobres. Pero el hecho de crear dos grupos de pertenencia social diferente, uno distinguido, las señoras, y otro con las humildes jóvenes de los campos, no le parece aceptable. Después de tres años de reflexión, sus pensamientos se unen.

Tres historias, tres vocaciones se cruzan y se unen para el servicio de los pobres. Las dificultades de las cofradías, abren por fin el camino a una nueva creación: la Compañía de las Hijas de la Caridad que nació el 29 de noviembre de 1633.

 
 

Evolución

Estas Hijas de la Caridad difieren de otras Congregaciones religiosas de la época, porque tienen que ir al encuentro de los pobres, visitarlos en sus casas y, por ello, debían mantener la movilidad y la disponibilidad necesarias y vivir en medio de las personas a las que sirven.

Ellas tendrán, según san Vicente,
por monasterio, la casa de los enfermos
por celda, una habitación de alquiler
por capilla, la iglesia de la parroquia
por claustro, las calles de la ciudad
por clausura, la obediencia,
por reja, el temor de Dios
por velo, la santa modestia… y una confianza continua en la divina Providencia…

 

Muy pronto, en su historia, las Hijas de la Caridad expresaron el deseo de confirmar su entrega a Dios por los votos; que fueron anuales, no perpetuos. Esta especificidad siempre es actual, hacen cuatro votos: servir a los pobres y de castidad, pobreza y obediencia; son votos emitidos según sus Constituciones y Estatutos y reconocidos por la iglesia.

Las primeras Hijas de la Caridad cuidaban de los pobres enfermos en sus casas. Más tarde, los cuidaban en los hospitales, se ocupaban de la educación de las niñas en las escuelas, de los niños expósitos. Por fin también sirvieron a los galeotes, los soldados heridos, los ancianos, los enfermos mentales, los marginados; iban a todos los lugares y toda persona que estaba en situación de necesidad era objeto de sus cuidados.

La Compañía fue muy pronto internacional.

El espíritu misionero que se desarrolló desde los principios, llevó pronto a las Hijas de la Caridad a ir más lejos. Polonia fue la primera etapa internacional de la Compañía. Actualmente está extendida por el mundo entero e intenta responder con creatividad y audacia a las llamadas de la iglesia y de los pobres, con respeto a las diversas culturas.

La Compañía de las Hijas de la Caridad cuenta hoy con 18.284 Hermanas, de las que 742 están en periodo de formación. Las Hermanas están presentes en 93 países, 71 Provincias canónicas y en 1 región, con 2.169 casas y 77 anexos.

La misión ”Ad Gentes”, está en el centro de la vocación de las Hijas de la Caridad.

El envío misionero de las Hermanas al mundo entero, Misión Ad Gentes, está en el centro de la vocación de las Hijas de la Caridad.

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