María Ana Vaillot (1734-1794) nació en 1734, en Fontainebleau (Francia) y fue bautizada el 13 de mayo del mismo año por un sacerdote de la Congregación de la Misión. Inició su Postulado en la Compañía de las Hijas de la Caridad a los 27 años. El 25 de septiembre de 1761, ingresa en el Seminario de París. Después de vivir en otras cinco Casas, fue destinada al Hospital de San Juan de Angers, donde trabajó en el almacén y la farmacia. Dedicó a los pobres lo mejor de su cuidado y de su capacidad. Y en medio de sus labores diarias se preparó para la gracia suprema del martirio.
Odila Baumgarten (1750-1794) nació el 15 de noviembre de 1750, en Gondrexange, Lorena. Comenzó su Postulado con las Hijas de la Caridad a la edad de 24 años e ingresó en el Seminario el 4 de agosto de 1775. En 1776, fue destinada a Brest y, a principios del año siguiente, fue trasladada al Hospital de Angers, donde habría de recibir la corona del martirio.
Mientras las Hermanas se afanaban en cuidar a los enfermos y ayudar a los pobres que acudían al hospital, la Revolución Francesa cambiaba el destino del país y perturbaba la vida interna de la Iglesia, promoviendo una avasalladora ola de persecución, violencia y muerte.
En octubre de 1793, con el auge de la furia revolucionaria y la intolerancia en asuntos relacionados con la Iglesia, las Hijas de la Caridad, que hasta entonces habían sido aceptadas por su importante y reconocida labor en el ámbito de la salud y la asistencia social, recibieron la orden de dejar el hábito y de llevar una insignia con los colores de la Revolución. Aunque obedecieron estas nuevas órdenes – movidas por el único deseo de seguir prestando sus servicios al creciente número de personas necesitadas y enfermas – en ningún momento estuvieron dispuestas a prestar el juramento de la Revolución, alegando que era contrario a la conciencia cristiana y a las directrices de la Iglesia a la que pertenecían.
El 19 de enero de 1794, 3 de las 39 Hijas de la Caridad que trabajaban en el Hospital de San Juan de Angers fueron arrestadas por no someterse al juramento: Sor Taillard (Hermana Sirviente), Sor Marie Ana Vaillot y Sor Odila Baumgarten.
El 28 de enero, Sor María Ana y Sor Odila fueron arrastradas al último y definitivo interrogatorio. A pesar de la insistencia del pueblo manipulado por los revolucionarios, que les rogaba a las Hermanas que renegaran del Evangelio y aceptaran las imposiciones cismáticas para salvar la propia piel y mantener sus trabajos, ambas estaban convencidas y decididas: jamás negarían su fe y su primer amor que era Jesucristo. Sólo por él, con él y en él, podrían dedicarse con lealtad al servicio de los que sufrían. Y el martirio habría de poner de relieve esa verdad que desbordaba de sus corazones, tal como enseñara a las primeras Hijas de la Caridad su fundadora, Santa Luisa de Marillac.