Fin de la compañía

Fin de la compañía

Siguiendo el camino de Jesús y a ejemplo de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, las Hijas de la Caridad proclaman el Evangelio sirviendo a los pobres. Desde el principio de la Compañía, no importa donde estén y cuáles sean sus necesidades, las Hermanas saben que “es Dios quien las espera en los que sufren” (Constituciones 7 b).

Cuando las sociedades cambian y se desarrollan, también lo hacen las necesidades de sus gentes. Así, “Cristo interpela continuamente a su Compañía a través de sus hermanos y hermanas que sufren, de los signos de los tiempos y de la Iglesia” (Constituciones 11a). La Compañía discierne las llamadas de Cristo. Las Hermanas están comprometidas en la asistencia y en una amplia gama de actividades humanitarias. También trabajan por la justicia, la paz, y la solidaridad. Por eso, los servicios a los que las Hijas de la Caridad se comprometen cambian y se adaptan constantemente.

Algunos de los servicios a los que nos dedicamos actualmente son:

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