Al servir a los pobres, se sirve a Jesucristo.
Siguiendo los pasos de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marilac la principal misión de todo vicenciano es atender a las personas más vulnerables y necesitadas desde la mirada de Dios, porque Cristo está en cada persona principalmente en la más vulnerable. Por este motivo debemos ir hacia las realidades más complejas para levantar al caído y ayudarle a caminar.
Servir a los pobres es ir a Dios.
Desde la fe y experiencia personal, descubrir y vivir las exigencias de Dios expresadas y requeridas en las necesidades de los pobres, a través de acontecimientos previstos, imprevistos e imprevisibles, el servicio a los pobres, es clave para encontrar el rostro de Cristo en nuestros hermanos que sufren.
«No hemos de considerar a los pobres según su aspecto exterior» sino que hemos de mirarlos «a la luz de la fe» y entonces nos aparecerán como imágenes de Jesús, «que quiso ser pobre y que nos es representado por los pobres»
Desde el carisma vicenciano, impulsados por el amor a Dios y al prójimo, trabajamos activamente para aliviar el sufrimiento, luchar contra la pobreza y construir una sociedad más justa y solidaria.