El Domingo 24 de Noviembre, nos reunimos un nutrido grupo de fieles, Hijas de la Caridad, enfermos, personal sanitario….en la Eucaristía que como cada Domingo se celebra de la Capilla del Hospital Clínico San Cecilio , en esta ocasión con un motivo muy especial, las Hijas de la Caridad han cedido una figura de la Virgen Milagrosa a la Capilla , nos han traído al Hospital amablemente el amor y la protección que emanan de las manos de la Virgen de la Milagrosa .
En el Hospital, lugar de sufrimiento, dolor e incertidumbre, nuestra querida Virgen Milagrosa acompañará a la persona enferma, a la persona que sufre y a su familia en el proceso de la enfermedad.
Y Ella llegó con un sueño
Mi nombre es Alicia, me gusta definirme como una mamá-doctora de cinco preciosos hijos, católica y con una fe muy arraigada gracias a mi abuela materna. Tal era el amor a María que mi abuela me trasmitió, que de adolescente, allá por finales del siglo pasado, me enteré que una capilla de la Virgen iba de casa en casa y decidí llevársela a ella.
La primera vez que aquella imagen entró en su casa, me impresionó su reacción de júbilo y sorpresa. Se la puse enfrente, le encendió una vela y salvo para hacer sus quehaceres se mantenía en oración junto a Ella. Y así mes tras mes, año tras año, hasta que falleció yo le llevaba la Virgen de la Medalla Milagrosa y aquel día su casa era especial.
Mi abuela se me fue unas navidades de 2013 y yo no volví a ver aquella pequeña urna limosnera. Hasta que en abril de 2023, por circunstancias familiares, mi familia y yo pasamos algunas semanas en esa casa (tengo que decir que para mí ese piso es muy especial).
Un día de primavera, como siempre, tras una jornada de trabajo de médico de cuidados paliativos y una tarde con mis pequeños, me acosté. Era una noche tranquila, pero de madrugada me desperté sobresaltada, nerviosa, con palpitaciones, me senté en la cama y no paraba de decir: “¿dónde está la Virgen?”. Mi marido, asustado intentó tranquilizarme mientras le contaba lo sucedido. Soñé (yo nunca sueño o al menos no suelo acordarme de los sueños) que me había llevado la urna de mi abuela al hospital y que tras la guardia la había perdido. Por ello, la incesante pregunta de dónde estaba la Virgen. El sueño fue tan nítido, tan real, que hoy en día me acuerdo perfectamente de todas las escenas. Me intenté relajar y me dormí, pero a la mañana siguiente al llegar al trabajo le conté lo sucedido a mi enfermera Isabel.
Isabel me escuchaba, pero también impaciente, me quería decir otra cosa: “Alicia, hoy no podemos desayunar, la hija de Trinidad ha llamado preocupada y creo que debemos ir rápido”. Nunca salimos a los domicilios sin desayunar, pero aquel día llegamos a Cájar tan pronto como pudimos. Trinidad, una anciana con una enfermedad avanzada, se encontraba en su dormitorio. Al entrar, me la encontré en una situación de preagonía.
Le indiqué a la familia la gravedad e Isabel empezó a preparar la mediación en el salón. Le pedí a su hija un sitio en el que apoyarme para escribir el tratamiento y cuál fue mi sorpresa cuando llegué a la cómoda y la vi a Ella. Allí estaba en la urna, la urna de la Virgen Milagrosa, la misma urna que le llevaba a mi abuela y pensé: “te he encontrado”.
Llamé a Isabel con voz temblorosa y le dije: “aquí está, la Virgen de mi sueño”. Nos miramos asombradas y seguimos trabajando. No quise darle importancia, las casualidades existen, pero fue algo especial.
Días más tarde compartí la experiencia con un grupo de amigas que nos preparábamos ese año para recibir la medalla de Hijas de María y mi catequista, una religiosa del Sagrado Corazón le contó mi historia a una amiga suya religiosa Hija de la Caridad.
No pasaron muchos días cuando recibí una llamada de una religiosa de dicha congregación que me dijo: “ La Virgen quiere estar en el hospital, ven a nuestra casa que te vamos a dar una urna y lleva la Virgen Milagrosa a los enfermos”.
Sor Consuelo fue la encargada de acompañarme y aquella primera entrada en el hospital Clínico San Cecilio fue muy bonita. La recibió Jose Luis que es uno de los capellanes, le estuvieron cantando un grupo de estudiantes de biosanitaria incluso algunos de mis hijos que también estaban.
A los meses nos trajeron otra urna y ambas urnas de la Virgen de la Medalla Milagrosa comenzaron a recorrer las habitaciones de los enfermos que solicitaban su compañía gracias al equipo de capellanía. Sin embargo, para Sor Consuelo, su ilusión era que la capilla tuviera una imagen más grande de Nuestra Señora para darle culto y no paró hasta que sus superioras se lo concedieron.
Y el sueño se cumplió el 24 de noviembre de 2024, viajando desde Sevilla la trajo María, una médico del nuestro centro, acompañada por una Hija de la Caridad.
La Virgen de la Medalla Milagrosa llegó a la capilla de nuestro hospital rodeada de muchos fieles celebrándole una Misa Solemne en su honor como señal de bienvenida y desde el altar, con sus brazos abiertos dará esperanza a enfermos, familiares, sanitarios y demás personal que depositan en ella sus oraciones y plegarias.
¡Viva nuestra Señora de la Medalla Milagrosa!
Alicia Bedmar Marchant