El sábado 1 de febrero vivimos uno de esos días que te llenan. Casi 500 niños, jóvenes, adultos y Hermanas de un montón de sitios—Ceuta, La Línea, Algeciras, Vejer, Medina Sidonia, Chiclana, Jerez, El Puerto, Cádiz, Dos Hermanas y Sevilla—nos juntamos en el Colegio San Vicente de Paúl de Cádiz para celebrar el ya mítico Macroencuentro de JMV de Cádiz y Sevilla.
Desde que llegamos, el ambiente lo decía todo: música, risas, abrazos y muchas ganas de vivir un día especial. Y claro, la fiesta no podía empezar de otra manera que poniendo a Jesús en el centro. Porque sin Él, nada de esto tendría sentido.
Este año la Esperanza nos mueve a todos como Iglesia, así que nos lanzamos de lleno a reflexionar sobre ella en las catequesis. ¿Esperar? Sí, pero en movimiento. Porque la esperanza no es quedarse quieto, sino confiar y ponerse en camino.
Después de comer y de compartir un buen rato de juegos, charlas y risas, llegó el momento épico del día: la Peregrinación a la Catedral de Cádiz. Y ahí fuimos, llenando las calles de alegría, con nuestras canciones, carteles y pancartas, gritando al mundo que seguimos a Cristo y que lo hacemos con el espíritu vicenciano.
Las calles de Cádiz vibraron con nuestra energía. Como dice Macaco, “Somos una marea de gente”, y vaya si lo fuimos. Cádiz se llenó de esperanza, de vida y de fe.
Al llegar a la Plaza de la Catedral, la fiesta siguió: música, baile y celebración. Porque si hay algo que nos encanta en JMV es juntarnos, liarla y celebrar lo nuestro. Ya lo dijo el Papa Francisco: “Hagan lío”, y nosotros no necesitamos que nos lo digan dos veces.
Para cerrar el día, entramos en la Catedral para un rato de oración. Silencio, paz y un Dios que nos habla al corazón. Nos recordó que esto no acaba aquí, que ahora nos toca salir y ser semillas de esperanza en el mundo. Nos acompañó el P. Carlos Javier López, CM, haciendo presente a los Misioneros Paúles en nuestra fiesta en este año jubilar de los 400 años de la Fundación de la Congregación.
Nos fuimos con el corazón a tope, con la certeza de que Dios nos llama a vivir con alegría y a anunciarlo sin miedo. Porque ser JMV es mucho más: es un estilo de vida, una misión, una locura de amor.
Gracias al Colegio San Vicente por abrirnos las puertas de su casa otro año más, y hacernos sentir y estar en la nuestra.
Y esto no para: el 15 de marzo, D.m., las Áreas 1 y 2 se suman a esta aventura. Desde Cádiz y Sevilla, ¡les deseamos lo mejor!