Quisiera compartir unas pinceladas, con agradecimiento y alegría, de la formación impartida el día 9 de abril por José Luis Bimbela, psicólogo salubrista como él mismo se define. Hizo su esfuerzo para captar nuestra atención desde el principio, pues hoy día andamos muy distraídos haciendo muchas cosas, queriendo llegar a muchos sitios y descuidando y no poniendo toda la atención en el auto cuidado ético y emocional tan necesario para sanar y sanarnos, cuidar y cuidarnos, amar y amarnos.
Definía la salud como la habilidad de las personas y las comunidades para adaptarse y manejar los desafíos físicos, emocionales, sociales, espirituales y éticos que presenta la vida. Todo ello con un objetivo: “mejorar para cambiar el mundo”.
José Luis Bimbela, desde su experiencia vital, logró comunicar con alma su saber, con el deseo de acompañarnos para hacernos un poco más bondadosos en nuestro día a día en nuestras tareas cotidianas. Nos pidió guardar silencio para escucharle y escuchar con atención la resonancia de sus palabras en cada una de las personas que participábamos en la situación personal que nos encontráramos. Insistió no sólo en la salud física, sino en la emocional, en la ética, en la social, en la espiritual con ejemplos prácticos, evitando una serie de errores como el filtro mental, la etiqueta, la generalización, el catastrofismo, la suposición, el comerse marrones, lavarse las manos, el uso del “debería”. A su vez nos ayudaba a identificar lo positivo, remitiéndonos a los hechos y averiguando las causas reales, matizando y concretando, preguntando, observando, ajustando los adjetivos, asumiendo responsabilidades, separando deseos y obligaciones.
Experiencias formativas de este estilo no sólo no cansan, sino que permiten estar alerta porque nada te quieres perder para poder transmitir con tu vida a las hermanas de comunidad, al personal con el que colaboras y a quien confías el cuidado delicado de las hermanas, de las personas mayores, más vulnerables y enfermas.
Al finalizar su taller nos ofreció a todos su libro titulado “Bondad práctica y radical”, como señal de gratitud y de querer contribuir con su aportación para hacer este mundo más bondadoso, sumando bondades. Y nos regaló algunas frases como “Sonreír es el mejor tratamiento de belleza” y otra como “el mayor enemigo de la felicidad no es el dolor, sino el miedo”. Se hace necesario tener un para qué en la vida para sumar, colaborar, facilitar, construir un mundo más saludable y habitable para todos.
Finalizamos la jornada con tiempo de trabajo personal y de grupo creando un decálogo de buenas prácticas para incorporarlo en nuestros trabajos dentro y fuera de la jornada laboral.
Agradecemos desde aquí el trabajo que la Comisión de Mayores, la comunidad que nos acogía, junto con sor Remedios realizan para fortalecer lazos con sentido de mejorar y cambiar personal y colectivamente.
Una participante.
