Hay un refrán popular que dice que “de lo que no hay, no se puede dar”. Cada día, los educadores vicencianos deseamos dar lo mejor a nuestros alumnos: una enseñanza de calidad, un acompañamiento cercano, una transmisión del mensaje Cristiano que contagie, una sonrisa por el pasillo… Pero… ¿Cómo nos llenamos los educadores para poder hacer todo esto?
El pasado sábado 14, el claustro del centro Madre de Dios tuvo una jornada de convivencia donde el principal objetivo era “ESTAR”. Estar con los compañeros y estar junto a Jesús celebrando la vida y celebrando el Adviento. Fue una convivencia donde las familias de los docentes también estaban invitadas y no sólo eso, sino que tenían un papel muy especial. La magia se producía formando la gran familia Vicenciana: creándose estampas imposibles de vivir en el horario y lugar de trabajo.
Y como ” TODO TIENE SU TIEMPO”, hubo momentos para orar, jugar, cantar, incluso para regalar. Al final de la jornada, todas las baterías se fueron cargadas y preparadas para seguir creando un mundo mejor a través de la enseñanza, del acompañamiento y del ser ejemplo de Cristo. Todo esto aliñado con nuestro amor que siempre es creativo hasta el infinito.