San Francisco Régis Clet (1748-1820)

Sacerdote de la Misión, martirizado en China

Francisco Régis Clet nació en Grenoble (Francia), el 19 de agosto de 1748. A los 21 años, ingresa en la Congregación de la Misión y es ordenado sacerdote el 27 de marzo de 1773. Su primer destino fue como profesor de teología en el Seminario Mayor de Annecy, del que posteriormente fue nombrado superior. Durante 15 años, trabajó allí generosamente, mostrándose como un hombre sabio y perspicaz, capaz de transmitir fácilmente a los seminaristas los contenidos teológicos necesarios para la misión evangelizadora que pretendían abrazar. En 1788, fue nombrado director del Seminario Interno de la Casa Madre, en París. El Padre Régis Clet, viendo intensificarse las restricciones impuestas a la Iglesia por la Revolución Francesa, pidió ser enviado en misión a China, el horizonte de sus más ardientes anhelos misioneros.

El Padre Clet y otros dos Cohermanos llegaron a Macao el 15 de octubre de 1791, donde permanecieron tres meses, estudiando la lengua china y preparándose para la misión. En China, durante casi 30 años, evangelizó con infatigable entusiasmo las grandes provincias de Kiong-Si, Hou-Pe y Hou-Nan. Su primer empeño consistió en ponerse en contacto con los cristianos dispersos y perseguidos. Luego, empezó a visitar las familias en sus casas, con el fin de establecer relaciones de confianza. A continuación, comenzó a reunir a los pequeños grupos de cristianos que vivían aislados. Para hacerlo posible, recorrió valientemente a pie los tortuosos caminos de las provincias. En este arduo trabajo, nunca se quejó de la escasez, de la penuria, del cansancio o de cualquier otra dificultad. Sólo lamentaba haber llegado demasiado tarde para aprender la lengua.

Con ardiente celo y gran disposición al apostolado, a pesar de su avanzada edad y de las dificultades derivadas de la falta de otros misioneros, Régis Clet hizo mucho por el pobre pueblo chino. Se entregó en cuerpo y alma a la evangelización, formó y animó comunidades, unió a la gente en torno a Jesucristo y su Evangelio, catequizó y bautizó a más de un centenar de personas. En la pobre y sufrida China, las penurias de la sequía, el hambre y la pobreza asolaban a todos, incluidos los misioneros que, alentados por la caridad, además de promover innumerables campañas en favor del pueblo, a menudo sacaban de su propio sustento para ayudar a los indigentes que acudían a ellos clamando por ayuda. En esta experiencia de solidaridad evangélica, el Padre Clet tuvo la alegría de ver crecer la Iglesia en China. A partir de su ministerio y, aún más, de la gracia del Señor que le acompañaba, la fe fue resurgiendo y se expandiendo en las familias, transformadas en santuarios domésticos, y en las pequeñas comunidades cristianas.

Su trabajo era extenuante y su vida fue una ofrenda absoluta. Tanto su abnegada dedicación a la evangelización, como las escasas condiciones de supervivencia de que disponía fueron mermando su salud y su vitalidad. Además, una larga enfermedad le afectó, dejándole limitado físicamente e imposibilitando las largas caminatas a las que estaba acostumbrado. Sus largos viajes por las montañas, en los que la gente le pedía consejo y orientación, tuvieron que ser abandonados gradualmente.

En 1818, la persecución religiosa se recrudece con furia. El Padre Clet, anciano y enfermo, a sus 70 años, se escondió. Sin embargo, en 1819, fue denunciado, detenido y arrastrado de prisión en prisión, con cadenas en las manos y los pies y una gran viga alrededor del cuello. Después de terribles sufrimientos y de haber sido condenado a la pena capital, el 18 de febrero de 1820, el Padre Régis Clet fue atado a un travesaño y asesinado por asfixia.

Francisco Regis Clet fue beatificado el 17 de mayo de 1900 y canonizado cien años después, el 1 de octubre de 2000. Su memoria litúrgica se celebra el 9 de julio.

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