{"id":28018,"date":"2020-11-15T00:10:14","date_gmt":"2020-11-15T00:10:14","guid":{"rendered":"https:\/\/hhccespanasur.org\/?p=28018"},"modified":"2020-11-14T17:39:39","modified_gmt":"2020-11-14T17:39:39","slug":"jornada-mundial-los-pobres-2","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/hhccespanasur.org\/jornada-mundial-los-pobres-2\/","title":{"rendered":"Jornada Mundial de los Pobres"},"content":{"rendered":"

La Santa Sede<\/em>
\n MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO<\/em>
\n IV JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES<\/em>
\n Domingo XXXIII del Tiempo Ordinario 15 de noviembre de 2020<\/em>
\n \u201cTiende tu mano al pobre\u201d (cf. Si 7,32)<\/em><\/p>\n

\u201cTiende tu mano al pobre\u201d (cf. Si 7,32). La antigua sabidur\u00eda ha formulado estas palabras como un c\u00f3digo sagrado a seguir en la vida. Hoy resuenan con todo su significado para ayudarnos tambi\u00e9n a nosotros a poner nuestra mirada en lo esencial y a superar las barreras de la indiferencia. La pobreza siempre asume rostros diferentes, que requieren una atenci\u00f3n especial en cada situaci\u00f3n particular; en cada una de ellas podemos encontrar a Jes\u00fas, el Se\u00f1or, que nos revel\u00f3 estar presente en sus hermanos m\u00e1s d\u00e9biles (cf. Mt 25,40).
\nTomemos en nuestras manos el Eclesi\u00e1stico, tambi\u00e9n conocido como Sir\u00e1cida, uno de los libros del Antiguo Testamento. Aqu\u00ed encontramos las palabras de un sabio maestro que vivi\u00f3 unos doscientos a\u00f1os antes de Cristo. \u00c9l buscaba la sabidur\u00eda que hace a los hombres mejores y capaces de escrutar en profundidad las vicisitudes de la vida. Lo hizo en un momento de dura prueba para el pueblo de Israel, un tiempo de dolor, luto y miseria causado por el dominio de las potencias extranjeras. Siendo un hombre de gran fe, arraigado en las tradiciones de sus antepasados, su primer pensamiento fue dirigirse a Dios para pedirle el don de la sabidur\u00eda. Y el Se\u00f1or le ayud\u00f3.
\nDesde las primeras p\u00e1ginas del libro, el Sir\u00e1cida expone sus consejos sobre muchas situaciones concretas de la vida, y la pobreza es una de ellas. Insiste en el hecho de que en la angustia hay que confiar en Dios: \u00abEndereza tu coraz\u00f3n, mantente firme y no te angusties en tiempo de adversidad. P\u00e9gate a \u00e9l y no te separes, para que al final seas enaltecido. Todo lo que te sobrevenga, ac\u00e9ptalo, y s\u00e9 paciente en la adversidad y en la humillaci\u00f3n. Porque en el fuego se prueba el oro, y los que agradan a Dios en el horno de la humillaci\u00f3n. En las enfermedades y en la pobreza pon tu confianza en \u00e9l. Conf\u00eda en \u00e9l y \u00e9l te ayudar\u00e1, endereza tus caminos y espera en \u00e9l. Los que tem\u00e9is al Se\u00f1or, aguardad su misericordia y no os desvi\u00e9is, no sea que caig\u00e1is\u00bb (2,2- 7).<\/p>\n

P\u00e1gina tras p\u00e1gina, descubrimos un precioso compendio de sugerencias sobre c\u00f3mo actuar a la luz de una relaci\u00f3n \u00edntima con Dios, creador y amante de la creaci\u00f3n, justo y providente con todos sus hijos. Sin embargo, la constante referencia a Dios no impide mirar al hombre concreto; al contrario, las dos cosas est\u00e1n estrechamente relacionadas.<\/p>\n

Lo demuestra claramente el pasaje del cual se toma el t\u00edtulo de este Mensaje (cf. 7,29-36). La oraci\u00f3n a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables. Para celebrar un culto que sea agradable al Se\u00f1or, es necesario reconocer que toda persona, incluso la m\u00e1s indigente y despreciada, lleva impresa en s\u00ed la imagen de Dios. De tal atenci\u00f3n deriva el don de la bendici\u00f3n divina, atra\u00edda por la generosidad que se practica hacia el pobre. Por lo tanto, el tiempo que se dedica a la oraci\u00f3n nunca puede convertirse en una coartada para descuidar al pr\u00f3jimo necesitado; sino todo lo contrario: la bendici\u00f3n del Se\u00f1or desciende sobre nosotros y la oraci\u00f3n logra su prop\u00f3sito cuando va acompa\u00f1ada del servicio a los pobres.<\/p>\n

\u00a1Qu\u00e9 actual es esta antigua ense\u00f1anza, tambi\u00e9n para nosotros! En efecto, la Palabra de Dios va m\u00e1s all\u00e1 del espacio, del tiempo, de las religiones y de las culturas. La generosidad que sostiene al d\u00e9bil, consuela al afligido, alivia los sufrimientos, devuelve la dignidad a los privados de ella, es una condici\u00f3n para una vida plenamente humana. La opci\u00f3n por dedicarse a los pobres y atender sus muchas y variadas necesidades no puede estar condicionada por el tiempo a disposici\u00f3n o por intereses privados, ni por proyectos pastorales o sociales desencarnados. El poder de la gracia de Dios no puede ser sofocado por la tendencia narcisista a ponerse siempre uno mismo en primer lugar.<\/p>\n

Mantener la mirada hacia el pobre es dif\u00edcil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la direcci\u00f3n correcta. No se trata de emplear muchas palabras, sino de comprometer concretamente la vida, movidos por la caridad divina. Cada a\u00f1o, con la Jornada Mundial de los Pobres, vuelvo sobre esta realidad fundamental para la vida de la Iglesia, porque los pobres est\u00e1n y estar\u00e1n siempre con nosotros (cf. Jn 12,8) para ayudarnos a acoger la compa\u00f1\u00eda de Cristo en nuestra vida cotidiana.<\/p>\n

El encuentro con una persona en condici\u00f3n de pobreza siempre nos provoca e interroga. \u00bfC\u00f3mo podemos ayudar a eliminar o al menos aliviar su marginaci\u00f3n y sufrimiento? \u00bfC\u00f3mo podemos ayudarla en su pobreza espiritual? La comunidad cristiana est\u00e1 llamada a involucrarse en esta experiencia de compartir, con la conciencia de que no le est\u00e1 permitido delegarla a otros.<\/p>\n

Y para apoyar a los pobres es fundamental vivir la pobreza evang\u00e9lica en primera persona. No podemos sentirnos \u201cbien\u201d cuando un miembro de la familia humana es dejado al margen y se convierte en una sombra. El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera l\u00ednea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocres\u00eda y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad.<\/p>\n

Es cierto, la Iglesia no tiene soluciones generales que proponer, pero ofrece, con la gracia de Cristo, su testimonio y sus gestos de compartir. Tambi\u00e9n se siente en la obligaci\u00f3n de presentar las exigencias de los que no tienen lo necesario para vivir. Recordar a todos el gran valor del bien com\u00fan es para el pueblo cristiano un compromiso de vida, que se realiza en el intento de no olvidar a ninguno de aquellos cuya humanidad es violada en las necesidades fundamentales.<\/p>\n

Tender la mano hace descubrir, en primer lugar, a quien lo hace, que dentro de nosotros existe la capacidad de realizar gestos que dan sentido a la vida. \u00a1Cu\u00e1ntas manos tendidas se ven cada d\u00eda! Lamentablemente, sucede cada vez m\u00e1s a menudo que la prisa nos arrastra a una vor\u00e1gine de indiferencia, hasta el punto de que ya no se sabe m\u00e1s reconocer todo el bien que cotidianamente se realiza en el silencio y con gran generosidad. As\u00ed sucede que, s\u00f3lo cuando ocurren hechos que alteran el curso de nuestra vida, nuestros ojos se vuelven capaces de vislumbrar la bondad de los santos \u201cde la puerta de al lado\u201d, \u00abde aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios\u00bb (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 7), pero de los que nadie habla. Las malas noticias son tan abundantes en las p\u00e1ginas de los peri\u00f3dicos, en los sitios de internet y en las pantallas de televisi\u00f3n, que nos convencen que el mal reina soberano. No es as\u00ed. Es verdad que est\u00e1 siempre presente la maldad y la violencia, el abuso y la corrupci\u00f3n, pero la vida est\u00e1 entretejida de actos de respeto y generosidad que no s\u00f3lo compensan el mal, sino que nos empujan a ir m\u00e1s all\u00e1 y a estar llenos de esperanza.<\/p>\n

Tender la mano es un signo: un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor. En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha tra\u00eddo dolor y muerte, desaliento y desconcierto, \u00a1cu\u00e1ntas manos tendidas hemos podido ver! La mano tendida del m\u00e9dico que se preocupa por cada paciente tratando de encontrar el remedio adecuado. La mano tendida de la enfermera y del enfermero que, mucho m\u00e1s all\u00e1 de sus horas de trabajo, permanecen para cuidar a los enfermos. La mano tendida del que trabaja en la administraci\u00f3n y proporciona los medios para salvar el mayor n\u00famero posible de vidas. La mano tendida del farmac\u00e9utico, qui\u00e9n est\u00e1 expuesto a tantas peticiones en un contacto arriesgado con la gente. La mano tendida del sacerdote que bendice con el coraz\u00f3n desgarrado. La mano tendida del voluntario que socorre a los que viven en la calle y a los que, a pesar de tener un techo, no tienen comida. La mano tendida de hombres y mujeres que trabajan para proporcionar servicios esenciales y seguridad. Y otras manos tendidas que podr\u00edamos describir hasta componer una letan\u00eda de buenas obras. Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo.<\/p>\n

Esta pandemia lleg\u00f3 de repente y nos tom\u00f3 desprevenidos, dejando una gran sensaci\u00f3n de desorientaci\u00f3n e impotencia. Sin embargo, la mano tendida hacia el pobre no lleg\u00f3 de repente. Ella, m\u00e1s bien, ofrece el testimonio de c\u00f3mo nos preparamos a reconocer al pobre para sostenerlo en el tiempo de la necesidad. Uno no improvisa instrumentos de misericordia. Es necesario un entrenamiento cotidiano, que proceda de la conciencia de lo mucho que necesitamos, nosotros los primeros, de una mano tendida hacia nosotros.
\nEste momento que estamos viviendo ha puesto en crisis muchas certezas. Nos sentimos m\u00e1s pobres y d\u00e9biles porque hemos experimentado el sentido del l\u00edmite y la restricci\u00f3n de la libertad. La p\u00e9rdida de trabajo, de los afectos m\u00e1s queridos y la falta de las relaciones interpersonales habituales han abierto de golpe horizontes que ya no est\u00e1bamos acostumbrados a observar. Nuestras riquezas espirituales y materiales fueron puestas en tela de juicio y descubrimos que ten\u00edamos miedo. Encerrados en el silencio de nuestros hogares, redescubrimos la importancia de la sencillez y de mantener la mirada fija en lo esencial. Hemos madurado la exigencia de una nueva fraternidad, capaz de ayuda rec\u00edproca y estima mutua. Este es un tiempo favorable para \u00abvolver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los dem\u00e1s y por el mundo […]. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradaci\u00f3n moral, burl\u00e1ndonos de la \u00e9tica, de la bondad, de la fe, de la honestidad […]. Esa destrucci\u00f3n de todo fundamento de la vida social termina enfrent\u00e1ndonos unos con otros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente\u00bb (Carta enc. Laudato si\u2019, 229). En definitiva, las graves crisis econ\u00f3micas, financieras y pol\u00edticas no cesar\u00e1n mientras permitamos que la responsabilidad que cada uno debe sentir hacia al pr\u00f3jimo y hacia cada persona permanezca aletargada.<\/p>\n

\u201cTiende la mano al pobre\u201d es, por lo tanto, una invitaci\u00f3n a la responsabilidad y un compromiso directo de todos aquellos que se sienten parte del mismo destino. Es una llamada a llevar las cargas de los m\u00e1s d\u00e9biles, como recuerda san Pablo: \u00abMediante el amor, poneos al servicio los unos de los otros. Porque toda la Ley encuentra su plenitud en un solo precepto: Amar\u00e1s a tu pr\u00f3jimo como a ti mismo. […] Llevad las cargas los unos de los otros\u00bb (Ga 5,13-14; 6,2). El Ap\u00f3stol ense\u00f1a que la libertad que nos ha sido dada con la muerte y la resurrecci\u00f3n de Jesucristo es para cada uno de nosotros una responsabilidad para ponernos al servicio de los dem\u00e1s, especialmente de los m\u00e1s d\u00e9biles. No se trata de una exhortaci\u00f3n opcional, sino que condiciona de la autenticidad de la fe que profesamos.<\/p>\n

El libro del Eclesi\u00e1stico viene otra vez en nuestra ayuda: sugiere acciones concretas para apoyar a los m\u00e1s d\u00e9biles y tambi\u00e9n utiliza algunas im\u00e1genes evocadoras. En un primer momento toma en consideraci\u00f3n la debilidad de cuantos est\u00e1n tristes: \u00abNo evites a los que lloran\u00bb (7,34). El per\u00edodo de la pandemia nos oblig\u00f3 a un aislamiento forzoso, incluso impidiendo que pudi\u00e9ramos consolar y permanecer cerca de amigos y conocidos afligidos por la p\u00e9rdida de sus seres queridos. Y sigue diciendo el autor sagrado: \u00abNo dejes de visitar al enfermo\u00bb (7,35). Hemos experimentado la imposibilidad de estar cerca de los que sufren, y al mismo tiempo hemos tomado conciencia de la fragilidad de nuestra existencia. En resumen, la Palabra de Dios nunca nos deja tranquilos y contin\u00faa estimul\u00e1ndonos al bien.<\/p>\n

\u201cTiende la mano al pobre\u201d destaca, por contraste, la actitud de quienes tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son tambi\u00e9n c\u00f3mplices. La indiferencia y el cinismo son su alimento diario. \u00a1Qu\u00e9 diferencia respecto a las generosas manos que hemos descrito! De hecho, hay manos tendidas para rozar r\u00e1pidamente el teclado de una computadora y mover sumas de dinero de una parte del mundo a otra, decretando la riqueza de estrechas oligarqu\u00edas y la miseria de multitudes o el fracaso de naciones enteras. Hay manos tendidas para acumular dinero con la venta de armas que otras manos, incluso de ni\u00f1os, usar\u00e1n para sembrar muerte y pobreza. Hay manos tendidas que en las sombras intercambian dosis de muerte para enriquecerse y vivir en el lujo y el desenfreno ef\u00edmero. Hay manos tendidas que por debajo intercambian favores ilegales por ganancias f\u00e1ciles y corruptas. Y tambi\u00e9n hay manos tendidas que, en el puritanismo hip\u00f3crita, establecen leyes que ellos mismos no observan.<\/p>\n

En este panorama, \u00ablos excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal ego\u00edsta, se ha desarrollado una globalizaci\u00f3n de la indiferencia. Casi sin advertirlo, nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los dem\u00e1s ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe\u00bb (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 54). No podemos ser felices hasta que estas manos que siembran la muerte se transformen en instrumentos de justicia y de paz para el mundo entero.<\/p>\n

\u00abEn todas tus acciones, ten presente tu final\u00bb (Si 7,36). Esta es la expresi\u00f3n con la que el Sir\u00e1cida concluye su reflexi\u00f3n. El texto se presta a una doble interpretaci\u00f3n. La primera hace evidente que siempre debemos tener presente el fin de nuestra existencia. Acordarse de nuestro destino com\u00fan puede ayudarnos a llevar una vida m\u00e1s atenta a quien es m\u00e1s pobre y no ha tenido las mismas posibilidades que nosotros. Existe tambi\u00e9n una segunda interpretaci\u00f3n, que evidencia m\u00e1s bien el prop\u00f3sito, el objetivo hacia el que cada uno tiende. Es el fin de nuestra vida que requiere un proyecto a realizar y un camino a recorrer sin cansarse. Y bien, la finalidad de cada una de nuestras acciones no puede ser otra que el amor. Este es el objetivo hacia el que nos dirigimos y nada debe distraernos de \u00e9l. Este amor es compartir, es dedicaci\u00f3n y servicio, pero comienza con el descubrimiento de que nosotros somos los primeros amados y movidos al amor. Este fin aparece en el momento en que el ni\u00f1o se encuentra con la sonrisa de la madre y se siente amado por el hecho mismo de existir. Incluso una sonrisa que compartimos con el pobre es una fuente de amor y nos permite vivir en la alegr\u00eda. La mano tendida, entonces, siempre puede enriquecerse con la sonrisa de quien no hace pesar su presencia y la ayuda que ofrece, sino que s\u00f3lo se alegra de vivir seg\u00fan el estilo de los disc\u00edpulos de Cristo.<\/p>\n

En este camino de encuentro cotidiano con los pobres, nos acompa\u00f1a la Madre de Dios que, de modo particular, es la Madre de los pobres. La Virgen Mar\u00eda conoce de cerca las dificultades y sufrimientos de quienes est\u00e1n marginados, porque ella misma se encontr\u00f3 dando a luz al Hijo de Dios en un establo. Por la amenaza de Herodes, con Jos\u00e9 su esposo y el peque\u00f1o Jes\u00fas huy\u00f3 a otro pa\u00eds, y la condici\u00f3n de refugiados marc\u00f3 a la sagrada familia durante algunos a\u00f1os. Que la oraci\u00f3n a la Madre de los pobres pueda reunir a sus hijos predilectos y a cuantos les sirven en el nombre de Cristo. Y que esta misma oraci\u00f3n transforme la mano tendida en un abrazo de comuni\u00f3n y de renovada fraternidad.<\/p>\n

Roma, en San Juan de Letr\u00e1n, 13 de junio de 2020, memoria lit\u00fargica de san Antonio de Padua.
\nFrancisco
\n\u00a9Copyright – Libreria Editrice Vaticana<\/p>\n

PAUTAS-PARA-LA-ANIMACIO\u0301N-Jornada-mundial-de-los-pobres-<\/a><\/p>\n

SUBSIDIO-LITU\u0301RGICO-Jornada-mundial-de-los-pobres-<\/a><\/p>\n

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