“En Él estaba la vida” (Jn 1, 4)

 Mis queridas Hermanas:

 En un mundo dominado por la información, con capacidad para comunicarse con rapidez, sin límites geográficos y con múltiples recursos para relacionarse, nos encontramos, de nuevo,  con “el anuncio” más importante de la historia para buena parte de la humanidad porque, en la Palabra que se anunciaba, estaba la Vida.

 Al representar la escena de la Anunciación, millares de artistas han querido añadir, al relato bíblico, símbolos y mensajes que engrandecieran, aún más, la fuerza del acontecimiento. Incontables comentarios y reflexiones se han adentrado también en el misterio y, por supuesto, millones de personas se han visto sobrecogidas ante la contemplación y experiencia espiritual de este pasaje. Y todo para resaltar la fe de una joven mujer y su apertura al proyecto de Dios para ella. En este caso, ¡qué grande es la pequeñez!

 Una vez más, vivir el día de la Encarnación nos coloca a nosotras, Hijas de la Caridad, en el lugar de María y en su respuesta sin titubeos, sin miedos, sin restricciones. El día de la Encarnación nos sitúa al lado de un anuncio que es más potente que las palabras y nos introduce en el mundo de lleno, no de visita. Nos lleva al lado de los que más sufren, de los más humildes porque allí  todos cabemos y nos permite generar vida donde, aparentemente, no hay posibilidad. ¿Se puede pedir más?

 Los tiempos que corren no nos están facilitando responder a ellos con seguridad y certezas. Esto quizás nos provoca inquietud pero, también,  hacen que  la dimensión espiritual de la persona adquiera mayor relevancia como sucede en la Anunciación. Ahí vemos en María cómo la fragilidad de una joven virgen encuentra la mayor fuerza en Dios. Ella, ante todo, no comprende ni “cómo puede ser”, ni “por qué ella”.  Aún así dijo un “Sí” sin condiciones, un “Sí” a la Vida y después, lo guardó todo en su corazón. Esta actitud, además de ejemplar, no deja de emocionarnos e impulsarnos, con pasión, a la misión, a Dios, a las Hermanas.

 Pido al Señor por cada Hija de la Caridad en el día de la Encarnación. Que este nuevo “Sí” nos ayude a todas a abrirnos algo más, a “ir hacia” con lo poco que tengamos, a “encontrarnos” aún en la debilidad. Tengamos muy presente en nuestra oración a las Hermanas más enfermas, especialmente a aquellas que ya no tienen conciencia del día que es pero sí  de lo que significa. Oremos por los problemas del mundo, por la finalización de las guerras, por la erradicación de la violación de los derechos humanos, por la  Iglesia y la Compañía y ¡cómo no! por nuestras comunidades y personas a las que servimos.

 Demos gracias a Dios por haber sido elegidas, como María, para llevar a Cristo a la humanidad y, como si fuera la primera vez, digamos “hágase” según tu quieres”.

 ¡Feliz día de la Encarnación!

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