Memoria Agradecida

Sor María Toro Toro

Falleció en Sevilla, el 16 de diciembre de 2018.

DESPEDIDA A SOR MARIA

¡VEN, VEN, SEÑOR, NO TARDES, VEN, VEN, QUE TE ESPERAMOS. VEN, VEN, SEÑOR, NO TARDES. VEN PRONTO, SEÑOR!

Cuando la Comunidad de la Casa Provincial, en el domingo de Gaudete, entonábamos este Himno de Laudes, ya nuestra entrañable Sor María se había adelantado en su entonación y estaba experimentando la respuesta del Señor que, junto con todos los Pobres de distintas razas, lengua y nación que habían sido servidos por ella, le habían salido al encuentro.

Sor María ha sido uno de los grandes tesoros de la Compañía para los Pobres y para las Hermanas. Perteneciente a una gran familia sencilla, entrañable y de profundas raíces cristianas, como lo vemos en estos momentos en varios miembros de la misma  que nos acompañan. Natural de La Lapa (Badajoz) la que siempre llevó en su corazón donde también le cupieron holgadamente los otros lugares por donde transcurrió su vida de Hija de la Caridad: Andalucía, EL CAMERUM, al que concedía un espacio privilegiado   y que nunca olvidó, Extremadura y las Islas Canarias.

Tuve la gran suerte de conocerla en varias y distintas etapas de su historia de Hija de la Caridad desde nuestros primeros años de vida comunitaria. Tanto en  el servicio directo a los Pobres como en su misión de Directora del Seminario, Hermana Sirviente  y Consejera provincial, siempre la recordaré como la serena conjugación de cuatro adjetivos que definen su fisonomía de Hija de la Caridad: libre, alegre, sencilla, agradecida

Su libertad era la medida de un corazón ancho y profundo, vacío de si mismo y lleno de Dios; ese mismo corazón que en la madrugada de ayer se negó a seguir latiendo porque ya estaba granado por la verdadera cosecha. Lo que había ido cultivando y cuidando en su trayectoria vocacional, así se mostraba desde que marchando a África desplegó gozosamente todos los dones que el Señor le había regalado en una profunda y continuada actitud de servicio evangelizador. Siempre transparentó el valor de la disponibilidad pudiéndose leer en su vida las palabras de la canción  “la vida de un misionero es dichosa cuando es libre, no se ata a la tierra y de todo se despide”.

Su alegría irradiada en su rostro y expresada a través de todos sus gestos que, sin intermitencias temperamentales siempre reflejaron la alegría del Evangelio, viviendo un continuado domingo de Gaudete. 

Su sencillez  propia de una gran mujer, una gran cristiana y una gran Hija de la Caridad, totalmente  entregada que se supo amada por el Señor y así lo transmitió en su misión de formadora. ¡Gran mediación del Espíritu! para el discernimiento y acompañamiento de las Jóvenes que llamaron a las puertas de la Compañía, y que hoy son Hijas de la Caridad maduras y que reconocen que su estilo de entrega estuvo en sintonía con la línea de santidad que nos marca el Papa Francisco en su Exhortación Gaudete et Exsultate, recordando la llamada a la santidad que Dios hace a cada uno de nosotros.

Su gratitud hasta los últimos instantes de su vida la expresaba reconociendo el don de Dios hasta en los más mínimos detalles, los que traducía en un gracias constante por cuanto había recibido y recibía de la Compañía y de cada una de sus Hermanas. Tenía el don de dar a la vida un sabor de paz, serenidad y esperanza.

Sor María. Tenemos la certeza, de que ahora que ya estás celebrando en plenitud la culminación del Adviento y te has anticipado a la Navidad, tanto tu familia como la Compañía y especialmente nuestra Provincia, contamos con una gran intercesora, una santa más que nos acompaña desde la Casa del Padre.

En este  tono pascual comenzamos la Eucaristía.

Sor Mª Pilar Rendón

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