Las Hijas de la Caridad en Marruecos

La llegada de los primeros misioneros a Marruecos se remonta a 1219. El mismo San Francisco de Asís envió a seis de sus Hermanos  a “predicar la Fe católica entre los infieles”.

La Historia de la Iglesia nos habla de numerosos misioneros en Marruecos entre los siglos XIV a XVIII.

San Vicente de Paúl, lleno de celo misionero, envía también a sus hijos a Túnez en 1645, y en 1646 envió al Padre Soudier a Salé, ciudad de Marruecos cerca de Rabat.

La base teológica misionera de San Vicente de Paúl está anclada en el Misterio de la Encarnación: “Es necesario imitar a Cristo que empezó por hacer y después enseñar”. Esta máxima se encuentra en la introducción de las Reglas comunes de los Sacerdotes de la Congregación de la misión y constituye su originalidad. Se pone de manifiesto en la carta que escribe San Vicente al Superior de Marsella, que comienza a dudar del valor del trabajo de los misioneros en Berbería (Marruecos y Argelia), le dice así:

“Aún cuando de su estancia allí no se siguiera más bien que demostrar a esa tierra la belleza de nuestra religión al enviar allí a unos hombres que atraviesan los mares, que abandonan voluntariamente su país, sus comodidades y se exponen a mil ultrajes por el consuelo de sus hermanos afligidos; me parece que los hombres y el dinero estarían bien empleados”(S.V.P.VII, 107)

La Compañía de las Hijas de la Caridad es misionera por naturaleza y convencidas de que muchas son las formas de pobreza y muchas las formas de servicio, llegan a Marruecos en el año 1918 llamadas a atender a los soldados enfermos y heridos en batalla. En la época de los Protectorados se organizó y dedicó al servicio de la colonia extranjera. Fue a partir de 1956, fecha de la Independencia de Marruecos, cuando vuelve a recuperar su sentido de Misión Ad Gentes. Misión con las características peculiares de esta en los países del Islam.

En la actualidad, 25 Hermanas en 6 Comunidades, atienden de formas diversas (enfermos crónicos, niños desnutridos, clases de apoyo, comedores escolares, guarderías etc) a cuantos se acercan a ellas, pues no hay miseria alguna que no deban atender, ocupando un lugar preferencial la promoción a todos los niveles, y la mujer en general tan marginada en esta sociedad.

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