Día 2 Campamento Centro Miguel Mañara

El sanador herido

Con las energías recargadas estamos expectantes ante cómo va a ser el comienzo del Campamento, estamos esperando a que se incorporen nuestros chicos del Hogar Marillac. Mientras degustamos de un exquisito desayuno por parte del Centro Contigo, que no escatima en detalle alguno para que nos sintamos cada día más a gusto saboreando esta mañana.

Ágilmente dimos comienzo a las 10.30h con una presentación dirigida por Inma, Trabajadora Social del Hogar Marillac, y nos informa del horario y de cómo se iban a ir desarrollando las actividades diarias

Con su chispa y talante animoso, lanzando el boomerang a cada uno de los chicos (¡!corriendo peligro de cómo algunos lo lanzaban!!…) decían su nombre y el sentimiento presente de cómo se encontraban “aquí y ahora”.

El último en coger el boomerang fue José Luis, responsable de dirigir la dinámica de la mañana.

Se inicia con la apertura de la proyección y explicación del mito “Quirón, el sanador herido”.

Quirón nos enseña a abrazar la herida y aprender de ella, para desarrollar nuestras capacidades, la compasión y sabiduría para así poder ayudar a los que nos rodean.

Nos invita a identificar las actitudes, gestos… que podemos hacer por los demás, y que no somos capaces de hacer por nosotros mismos.  Y esforzarnos por saber ponerlos en la situación del Yo y no proyectarlos sobre los demás: El herido, El heridor y El sanador o Salvador.

Lo que para la mitología griega era Quirón, para nosotros los cristianos es la persona de Jesucristo.

Tras un breve descanso, con refrigerio incluido, continuamos trabajando juntos, en esta ocasión extrapolando a nuestras vidas la técnica japonesa conocida como Kintsugi, que consiste en reparar lo que se rompe, con tanta delicadeza y con materiales tan preciosos, como el oro, que los objetos reparados triplican su valor; de esta forma, las dificultades que sufrimos en nuestras vidas, los golpes que nos rompen por dentro pueden dotarnos de más valor si los curamos tomando conciencia de que no quedará igual que antes, sino con mayor valor, fortaleciendo la zona rota, de forma que no vuelva a quebrarse por el mismo sitio.

Por la tarde, mientras unos fueron a la playa, otros, con la ayuda inestimable de Juan e Israel, monitores del Hogar Marillac, pudieron poner en práctica esta técnica, con mejores o peores resultados, pero lo importante no era cómo quedaran las reconstrucciones sino que fueran conscientes del esfuerzo que requiere, que es más fácil con ayuda, que algo roto aún puede hacerte más daño, porque si no lo manipulas con cuidado puedes cortarte, y que, aunque creamos que las herramientas que tenemos no son las mejores, no podemos dejar de intentarlo.

La noche pintaba bien: tuvimos la oportunidad de mostrar nuestro desparpajo al micrófono gracias al karaoke que estaba preparado. Lo que no esperábamos es que la fiesta no quedaría ahí, sino que tras unos cuantos valientes, el centro de la pista se llenó de alegres y desvergonzados bailarines que, sintiéndose en familia, disfrutaron de canciones de ayer y hoy elegidas por Conchi, voluntaria de los pisos de autonomía del Hogar Marillac.

Al terminar este día, tuvimos unos momentos de recogimiento en clima de silencio. Dando gracias a Dios por todo lo recibido y por la ternura que había tenido con cada uno de nosotros. Gracias, Señor, por tu protección y amistad; por las personas que pones a nuestro lado, por el bien que nos hacen y por el bien que hacemos a los demás. Recuérdanos, que si alguna vez ocasionamos alguna herida, siempre estamos a tiempo de curar.

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