Tercer día en el Campamento Miguel Mañara

Curando hacia dentro

Abrimos la mañana con la oración del “Sanador herido”, proclamándola entre todos los participantes, haciendo eco y reflexión sobre lo que más resonó en el interior de cada uno.

Con el espíritu y con el ánimo receptivo y abierto a lo inesperado, pasamos a realizar un trabajo individual en el que completamos las frases inacabadas que resonaban de nuestra intimidad.

Sintiéndonos removidos e interpelados, hacemos una pausa. Después continuamos compartiendo nuestras impresiones e interrogantes de lo que estamos trabajando. Al reincorporarnos, nos encontramos con la grata sorpresa de ver el vídeo sobre la “Curación del Enfermo en la Piscina de Betsaida”. (Jn.5,1-18)

Cerramos la mañana dándonos cuenta de que tenemos que reconocer en nosotros mismos nuestras dificultades sin esperar que nadie nos salve; ya que nosotros somos el motor de nuestro cambio.

Jesús nos dice: ¿Quieres sanar? Y nosotros decidimos libremente la responsabilidad de sanar o no. No hay fecha ni día; está en ti la decisión de comenzar a sanar.

Recobramos fuerzas en la comida para la tarde que nos esperaba, por delante teníamos un largo camino, que incluía maravillosas vistas del puerto y el Peñón, hasta llegar al centro de la ciudad, cuyas calles recorrimos, la mayoría por primera vez, hasta la hora de la cena. Nos reunimos con el resto del grupo que había estado en la Parroquia de San José conociendo el proyecto Calor y café que los miembros de Cáritas, junto a otros voluntarios, llevan a cabo desde dicha Parroquia.

Cincuenta y tres personas nos dirigimos a quien nos iba a atender para la cena. Su rostro cambió de expectante a preocupado, pero la sorpresa y el gran número de comensales no provocó ningún temor: todo nos lo sirvieron con exactitud, prontitud y acompañado de una sonrisa.

Para “bajar” la comida, regresamos también caminando, lo que ayudó a compartir la experiencia de la tarde y a coger la cama con más ganas.

Tras dos días de trabajo sobre las heridas, mañana esperamos trabajar el perdón, no tanto al otro, sino a nosotros mismos, requisito imprescindible para poder curar dichas heridas.

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