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En la Parroquia de San Gonzalo en Sevilla

Clausura de los 400 años del Carisma Vicenciano

Viernes 8 de diciembre de 2017. Festividad de la Inmaculada Concepción de María. De un lado a otro del río, no para de cruzar la gente. Entre unos y otros va un grupo variopinto de pequeños, jóvenes y mayores; sevillanos y de fuera… No se distinguen en nada de cualquier otro grupo de pequeños, jóvenes y mayores; sevillanos o de fuera…

Se distinguen tan poco, que nadie diría que éstos están de Ejercicios Espirituales, y no de turismo, y que han salido de la Casa Provincial de las Hijas de la Caridad para celebrar un acontecimiento importante de la Familia. No han preguntado por qué salían del guión marcado en unos Ejercicios, porque ya traían en la mochila la disponibilidad y la apertura al Espíritu que hay que traer a estos Ejercicios tan especiales y particulares, de ya larga trayectoria. Traían en la mochila el deseo de encontrarse con Dios y no poner barreras si el silencio no es perfecto, el programa no es perfecto, el horario no es perfecto…

Es que son vicencianos y están acostumbrados a orar desde la vida, a ser contemplativos en la acción, a aceptar las limitaciones y las condiciones que la realidad impone, a no tener todo el espacio y todo el silencio que les gustaría para el encuentro con Dios, a aceptar y orar junto a otros diferentes… Y todo eso dando gracias por esta maravillosa oportunidad, un verdadero lujo que muchos no podrían ni soñar si no fuera por la generosidad y la flexibilidad con las que se desarrollan estos ejercicios.

Por eso, como saben a lo que van, cuando se les invita a celebrar con la Familia, no les importa salir, porque saben que celebrar con la Familia es dejar a Dios por Dios. Pero no son los únicos llamados. Por el camino vamos encontrando otros jóvenes, otras Hermanas, Padres Paúles, Voluntarias de la Caridad… Hasta que la pequeña Capilla de San Gonzalo ya está hasta el último rincón llena de vicencianos.

El color de la fiesta es el azul del cielo, como corresponde al Día de la Madre cuya imagen nos preside. Un día perfecto para significar el sentido de entrega, generosidad, disponibilidad, servicio y opción por los pobres que el carisma de San Vicente aportó a la Iglesia con una novedad que sigue palpitando hoy. Este carisma nos vuelve a exigir, igual que en 1617, que demos respuestas actuales al grito de los pobres y a los retos que nos plantea una sociedad excluyente y alejada de Dios. Una novedad que nos sigue exigiendo ser creativos hasta el infinito, ser personas de oración para ser capaces de todo.

Era un acto de clausura, una celebración que concluía un año de actos dedicados a poner en valor el legado que hemos recibido. Una clausura que terminaba precisamente con un paso adelante, la consagración de cinco voluntarios de la caridad a la obra vicenciana. Porque lo que en este año se ha celebrado no es la memoria del pasado, sino una invitación a abrir caminos y a renovar nuestra opción cristiana por los pobres con la creatividad y fuerza con que lo hizo San Vicente.

PILAR BERNABEU

 

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